Image: Banderas blancas, boinas rojas. Una historia política del carlismo (1876-1939)

Image: Banderas blancas, boinas rojas. Una historia política del carlismo (1876-1939)

Ensayo

Banderas blancas, boinas rojas. Una historia política del carlismo (1876-1939)

Jordi Canal

23 noviembre, 2006 01:00

La marcha, obra de Gustavo de Maeztu

Marcial Pons. Madrid, 2006. 355 páginas, 24’95 euros

Con más de quince años dedicados a la investigación del mundo carlista, el profesor Jordi Canal (1964) es uno de los mayores especialistas en la meteria. Toda una garantía para quien desee conocer en profundidad una orientación política que en la actualidad tiene una representación marginal pero que desempeñó un papel capital en el devenir de la España contemporánea. El carlismo, como todos los movimientos legitimistas nacidos en las primeras décadas del siglo XIX, constituyó un fenómeno político reactivo frente al avance del liberalismo en muchos países europeos. En este sentido, no es una "anomalía" española ya que está emparentado con el miguelismo portugués, el legitimismo francés y movimientos similares en otras zonas del continente. Lo que significa al carlismo frente a sus pares europeos es su pervivencia, algo que da idea del formidable enemigo que plantó cara al desarrollo de la España liberal y democrática.

En esta historia política del carlismo entre 1876 y 1939, Jordi Canal recopila once artículos, aunque no es una mera agrupación de textos dispersos con un tema en común. En realidad se trata de un trabajo concienzudo de revisión y reescritura que ofrece una obra internamente coherente y que, además de proporcionar perspectivas inéditas, aborda aspectos que esclarecen asuntos relevantes como la evolución de la organización en el terreno de la violencia política, el exilio tras la derrota de 1876, el cisma integrista de 1888, la conquista del espacio político propio y la competencia por el espacio público con las otras organizaciones (republicanas, socialistas, nacionalistas...), el papel de los individuos concretos (los pretendientes, el marqués de Cerralbo, Llauder...), las relaciones con el catalanismo, la cultura política carlista (estructuras, imágenes, fiestas), la especial contribución a la expansión del imaginario constituido por el contubernio judeo-masónico- comunista y, finalmente, la intervención durante la guerra civil en los planos político y militar.

Se trata de una historia que, sin perder de vista otras vertientes, introduce el estudio de la cultura política, un factor decisivo para explicar esa larga pervivencia del carlismo en España y las razones de la adhesión de tantas familias a esta causa. En particular, el énfasis en lo cultural y lo que saca a la luz, junto a lo conocido acerca de otras alternativas, supone una seria matización, sin que las invalide, de las tesis de aquellos que han defendido la pasividad y la desmovilización como sustrato del sistema político de la Restauración.

Volviendo al asunto central de la supervivencia del carlismo, cabe destacar cómo el autor explica la sagacidad de los dirigentes, en especial el marqués de Cerralbo, para mantener la llama y expandirla geográficamente en tiempos en que la solidez del sistema canovista desaconsejaba la vía militar, superando incluso la crisis planteada por la escisión de los integristas de Nocedal a través de la adaptación y renovación de las estructuras de socialización política (familia, círculos, prensa, organizaciones femeninas e infantiles, fiestas...) y la lucha por imponerse en la vida pública, compitiendo electoralmente y disputando la calle. Sin embargo, según el autor, nunca se perdió de vista el fin último, la idea de destruir el sistema liberal por medio de la fuerza, lo que consagró el desarrollo del Requeté como unidad paramilitar sólidamente implantada, instrumento que daría óptimos resultados en la Guerra Civil.

La obra de Jordi Canal provee al lector de una experta y enriquecedora panorámica del carlismo en el periodo de 1876 a 1939, que culmina en la contienda civil española, cuando se manifiesta la terrible paradoja de que la primera victoria en la que era partícipe a lo largo de su dilatada historia "significaría el inicio de su andanza hacia la definitiva marginalidad".