Image: Ven conmigo a la España lejana. Los intelectuales americanos ante el mundo hispánico 1820-1880

Image: Ven conmigo a la España lejana. Los intelectuales americanos ante el mundo hispánico 1820-1880

Ensayo

Ven conmigo a la España lejana. Los intelectuales americanos ante el mundo hispánico 1820-1880

Iván Jaksic

5 julio, 2007 02:00

Fondo de Cultura Económica, 2007. 487 páginas, 15 euros

El evocador título de este libro procede de una traducción libre de las Odas de Horacio, y sugiere la distancia que existía entre esa nación joven, que eran los Estados Unidos de la primera mitad del siglo XIX, y la vieja nación española, un imperio en franca decadencia, casi desalojado de sus posesiones americanas e incapaz de consolidar un régimen liberal. Una joven República y un viejo Imperio entre los que, sin embargo, se tejió un rico tejido de investigaciones literarias e históricas como consecuencia de la atención que le dedicaron una serie de escritores y académicos que, en la mayoría de los casos, vivieron en la zona de Boston y estuvieron relacionados con la prestigiosa universidad de Harvard.

La obra y las andanzas de esos escritores son el objeto de atención de Iván Jaksic, un especialista en el escritor venezolano Andrés Bello, que ha repartido su trabajo entre Chile y los Estados Unidos. En este caso, el foco de su interés se ha desplazado hacia España para describir, en un texto erudito y académico pero que no deja de ser ameno, las circunstancias en las que un grupo de intelectuales americanos, casi descendientes directos de aquéllos que habían logrado la independencia de su país, buscaron en el pasado español elementos que contribuyeran "a la construcción de la identidad de su propio país" (pág. 16) a la vez que extraían de la experiencia española lecciones útiles para su propio futuro como nación.

La religiosidad y el espíritu caballeresco serían, para aquellos primeros hispanistas norteamericanos, los elementos más característicos del "carácter nacional", que encontraron su expresión más gloriosa en la época de la reconquista, antes de terminar derivando en pura intolerancia fanática y en un desmedido afán de conquista que arruinó las energías del país. Esas claves interpretativas fueron recurrentes en su manera de enfocar la religiosidad de los españoles y en sus juicios sobre el declive del Imperio español.

En contrapartida, ofrecieron a España algunas de las más importantes síntesis de literatura e historia con las que se pudo contar en la época y pusieron los cimientos de la gran tarea que el hispanismo norteamericano ha realizado, durante más de ciento cincuenta años, en el desentrañamiento del pasado español.

Uno de los más tempraneros, en esta comitiva de curiosos observadores del otro lado del Atlántico, sería el neoyorquino Washington Irving llegó a España en 1826 y, en los nueve años siguientes, ofrecería una imagen romantizada del pasado español, en el que se incluían la historia de Colón y la de la conquista de Granada, que tuvieron un gran impacto. También sería muy temprana la visita de Georg Ticknor, uno de los padres del hispanismo norteamericano, catedrático de literatura española en Harvard y fundador de la Biblioteca Pública de Boston. Su Historia de la literatura española (1849) fue uno de primeros empeños sistemáticos en ese campo. Un papel análogo es el que desempeñó William H. Prescott con su Historia del reinado de Fernando e Isabel (1837) que fue acogida con aclamación en los Estados Unidos. A ella seguirían las historias de la conquista de México y la del Perú.

Las obras de ambos se traducirían con relativa prontitud en España y, aunque no faltaron algunas reticencias, especialmente por la forma de abordar la influencia del catolicismo en el pasado español, contaron con la colaboración de figuras destacadas de la historiografía española como Pascual de Gayangos o Martín Fernández de Navarrete.

El libro, que dedica también su atención al interés del poeta Longfellow por España, o a las experiencias cubanas de Mary Peabody Mann, no es ni pionero ni único en relación con todo este apasionante proceso pero constituye, en cualquier caso, una excelente aportación para conocer unas relaciones culturales que, a veces, han quedado excesivamente desdibujadas en la reflexión de algunos historiadores americanistas.