Image: El nacimiento del terrorismo

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Ensayo

El nacimiento del terrorismo

J. Avilés y A. Herrerín

13 marzo, 2008 01:00

Siglo XXI. Madrid, 2008. 268 páginas, 18 euros

El fenómeno del terrorismo anarquista es muy característico de los años finales del siglo XIX, hasta el punto de que, hablando con propiedad, terrorismo y anarquismo son, por aquellos años, términos prácticamente sinónimos. Tanto uno como otro eran la expresión de actitudes de rechazo a sistemas políticos que podían ser muy diversos, pero que eran percibidos por los teóricos anarquistas como enemigos de las clases proletarias. La propuesta de solución anarquista era el recurso a la violencia o, como se dijo entonces, "la propaganda por el hecho".

Las actividades terroristas podían ir dirigidas contra una Monarquía autocrática, como podía ser la Rusia de los zares, o contra una Monarquía autoritaria, como era el Imperio de los Habsburgo, en sus difíciles relaciones con los movimientos nacionalistas del sur de Europa. Pero la violencia terrorista sería también el recurso de irlandeses que luchaban por la autonomía y la reforma social, frente a los privilegios impuestos por la colonización inglesa. Y tampoco se libraron del azote terrorista los regímenes liberales de Europa o, incluso, un sistema abiertamente democrático como era el norteamericano.

Se trata, en definitiva, de un fenómeno verdaderamente internacional por lo que el primer éxito del volumen coordinado por Juan Avilés y ángel Herrerín, ambos profesores de la UNED, ha sido el tratar de ofrecer una imagen desde diferentes perspectivas nacionales, de forma que se aprecie muy claramente la internacionalidad, que no viene sólo definida por el hecho de que el terrorismo anarquista tuviera como escenario diversos países europeos, sino también por la realidad de las conexiones efectivas que existieron entre diversos países. Un ejemplo claro es el del asesinato de Cánovas a manos de un italiano que, previamente, había visitado París, en donde había encontrado apoyos.

Este volumen incluye media docena de capítulos en los que se ofrece una excelente imagen de la actuación de los anarquistas en los principales países europeos (Francia, Alemania e Italia), así como de las actividades de anarquistas, muchos de ellos de procedencia alemana, en los EE.UU. No deja de ser llamativo que el Reino Unido se viera libre de la amenaza anarquista, salvo en lo que se refiere a la acción de los nacionalistas irlandeses. Sin embargo, el suelo inglés sirvió de refugio para algunos de los padres intelectuales del movimiento anarquista.

Junto a esos capítulos en los que predomina la perspectiva nacional, se presta una especial atención a la evolución, lógicamente más pormenorizada, del anarquismo en España. Algunos de los autores de los capítulos forman parte de un grupo de investigación del movimiento terrorista en la UNED. A ellos se han unido otros, como Carlos Collado y Susana Tavera. También colabora en el volumen un reconocido especialista en temas del anarquismo español, como es Rafael Núñez Florencio, que realiza aquí una muy valiosa aportación sobre los fundamentos teóricos del movimiento anarquista y su conexión con el nihilismo nietzscheano, que traslada al plano político la gran crisis del idealismo filosófico. Lo pone en relación con la crisis del positivismo finisecular y, para el caso español, presta una especial atención a la figura de Pío Baroja y a la publicística anarquista de comienzos de siglo.

Del conjunto de estas colaboraciones se saca una imagen bastante homogénea en la que el anarquismo terrorista de finales del siglo XIX y comienzos del XX aparece como un fenómeno de opinión en el que la propaganda y la prensa juegan un destacado papel. De hecho, serían estos vehículos de comunicación, y no la existencia de ningún organismo de coordinación, los que harían posible la difusión de las ideas y la promoción de "héroes anarquistas", que generaban los deseos de emulación. Un mundo occidental en el que los transportes se habían hecho asequibles, y en el que existían escasos controles fronterizos, sería el escenario de una tupida red de relaciones por la que se desplazaron estos apóstoles de la violencia.

Un volumen en el que, una vez más, hay que lamentar la carencia de un indispensable índice onomástico aunque, tal vez con ánimo de compensación, los editores han procurado que cada capítulo vaya acompañado de unas breves indicaciones bibliográficas que lo convierten en un excelente instrumento de trabajo y una esclarecedora introducción a ese fenómeno tan actual que es, hoy día, el terrorismo.