Image: Las criptas de la crítica. 20 interpretaciones de la Odisea

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Ensayo

Las criptas de la crítica. 20 interpretaciones de la Odisea

Núria Perpinyà

17 abril, 2008 02:00

Homero y su Lazarillo, según William A. Bouguereau (1874). Foto: Archivo

Gredos. Madrid, 2008. 255 páginas, 21 euros

Este libro no existiría sin la feliz coincidencia entre una autora como Núria Perpinyà y los nuevos vientos de renovación que impulsan la nave de una de las grandes instituciones editoriales de nuestra Filología. Gredos lo incluye en su "Biblioteca de la nueva cultura" y lo confía a una profesora universitaria que es a la vez novelista en catalán y estudiosa de Gabriel Ferrater. Se asegura, así, el conocimiento a fondo de la cuestión -la trayectoria de los estudios literarios desde finales del XIX hasta nuestra transmodernidad actual- y un desarrollo que transcienda la aridez del asunto y lo haga legible no sólo para los estudiantes sino también para el lector culto en general. Al servicio de semejante designio, la autora pone de su parte, amén de información y buen criterio, un desenfado estilístico considerable, que a veces sacude la atención del que lee y evita su adocenamiento. Así, por caso, cuando se rompe con la contención académica y se alude al "espantoso Stephen King", se califica a Arnold Hauser como "nuestro insigne camarada" o a Robert Graves como "un excéntrico poeta inglés" que "en sus horas libres, se dedicaba a curiosear en el mundo clásico". ése que Dámaso Alonso -fundador intelectual de Gredos- denominaría como "desgarrón afectivo" nos lleva hasta la confidencia que cierra el presente ensayo, comprensible por la magnitud y dificultad del reto que Perpinyà se había propuesto y que resuelve con más que razonable acierto: "No todo el mundo puede tener la cabeza en mil sitios sin volverse loco, como está a punto de ocurrirme a mí, señoras y señores".

A lo largo de veinte capítulos, se toma aquí la Odisea como pretexto -a veces, sólo eso- para trazar un panorama valorativo no tanto de diferentes escuelas de la crítica literaria sino de las tendencias fundamentales de lo que sólo los alemanes se atrevieron a denominar "Ciencia de la Literatura", esa confluencia de cuatro disciplinas diferentes, la Crítica propiamente dicha pero también la Teoría, la Historia literaria y la Literatura comparada, que comparten el interés por un objeto común: el arte de la palabra.

Subyace la secuencia previsible por la que al estudio de la literatura como fruto de la creación individual de un individuo eminente "que, sin embargo, escribe desde condicionamientos que su época, su cultura, su nación, su clase social o, incluso, su temperamento le imponen- siguió el interés excluyente por lo que Flaubert denominaba "la obra en sí". Y cuando este modelo de análisis inmanente de los textos manifestó síntomas de agotamiento, aparece la posibilidad de huir hacia delante descubriendo al lector como autentico co-creador de la obra. Caricaturizando los excesos de esta última postura, un autor que Perpinyà cita, Terry Eagleton, llegaba a hablar de un "Readers Liberation Movement", cuyo lema airado sería "El autor nos necesita: nosotros no necesitamos al autor".

La exacerbación de tal enfoque da lugar a una de las veleidades críticas que más daño ha hecho al reconocimiento de la literatura, la deconstrucción inspirada en el pensamiento de Derrida. En las universidades estadounidenses se venían utilizando tradicionalmente las letras como un instrumento imprescindible para la formación liberal de las personas en varios ámbitos: el ético, el expresivo y comunicativo, el estético o el enciclopédico. Se consideraba, por lo tanto, que la literatura significaba algo, que poseía un valor canónico en términos de valoración artística y que proporcionaba un cúmulo de informaciones sobre asuntos importantes, que eran pertinentes -incumbentes, diría Frye- a la condición humana. La deconstrucción viene a sugerir, por el contrario, que la literatura puede carecer de significado, que es una especie de algarabía de ecos en la que no hay voces genuinas, hasta el extremo de que el sentido se desdibuje o difumine por completo.

Nùria Perpinyà, consciente del problema, no participa de semejante hermenéutica radicalmente negativa. Hay lecturas erradas; más aún, existen lecturas aberrantes. Verbigracia, entender que Odiseo es el primer turista sexual de la historia y que a semejante luz debe ser interpretado hoy el gran poema narrativo de quien se considera en estas páginas "el mayor escritor de todos los tiempos".