Ensayo

Barcelona y sus vidas

Carlos Pujol

3 diciembre, 2010 01:00

La Veleta. Granada, 2010. 320 páginas, 25 euros


Ya desde la primera página de este libro, Pujol (Barcelona, 1936) hace una declaración de intenciones significativa (y esperanzadora): la de no tener intención alguna de hacer sobre Barcelona ningún tipo de guía práctica, ninguna colección costumbrista, histórica o descriptiva de la ciudad. Promete, sin embargo, hacer un libro anárquico, soñador, errabundo y disperso, una guía sentimental. Y hasta ahí de acuerdo. Tal vez el libro que trata de escribir Pujol sea el más difícil de todos los libros de viajes y el único que merezca la pena escribir. Sterne lo entendió de la misma forma: o los viajes son sentimentales, o no son en absoluto.

El libro finalmente no resulta ni tan anárquico, ni tan desordenado: Pujol divide la ciudad en zonas como grandes apartados para ordenar los textos y añade un capítulo final de miscelánea en el que incluye también algunos personajes. El formato, en el que se van acumulando los recuerdos barceloneses de Pujol, recuerda a los de aquella joya de Marie Louise Kaschntiz titulada Lugares en los que la autora iba desgranando una galería de descripciones de los lugares en los que habían sucedido episodios determinantes en su vida: textos breves todos, de dos páginas, que casi se podrían leer de forma autónoma pero que unidos provocan un efecto de acumulación y superposición con el que cuenta el libro y que tal vez sea uno de sus mejores aciertos.

Tampoco resulta tan sentimental Pujol como afirma en su brevísimo prólogo sino que opta más bien por un tono austero en el que se elude a sí mismo como canalizador de las emociones. El tono se desliza hacia una prosodia culta, apasionada pero sin grandes saltos, sabia y explicativa desde el punto de vista descriptivo. Barcelona y sus vidas se lee con gusto y hasta con placer en ciertos momentos; en realidad se parece a uno de esos paseos con un especialista en una ciudad que va explicando agradablemente cómo se construyó tal iglesia, o desgranando la vida de algún excéntrico personaje semienterrado en el olvido. Cuando el especialista, como es el caso, es alguien de la cultura de Carlos Pujol, lo más razonable es que sea un agradable paseo y que el acompañante se vaya a su casa con la sensación de haber aprendido ciertas cosas, que para el caso basta y sobra para justificar la publicación de este libro, pero también con la sensación de no haber asistido a nada verdaderamente emocionante.

Con todo, la cultura de Pujol no ralentiza el libro, sino que lo vuelve más vivo e interesante y lo justifica también. Pujol se retira pero para dar paso a otras voces; las múltiples que componen la ciudad y que han ido construyéndola y preñándola de Historia a través del paso de los siglos, su herencia y su perennidad.