Vidas infames. Herejes y criptojudíos ante la Inquisición
Richard L. Kagan y Abigail Dyer (EDS.)
10 diciembre, 2010 01:00Así vio Goya la Inquisición (Detalle)
Siete son los casos particulares que estudian, con los que han pretendido buscar una muestra representativa de las desviaciones que la Inquisición consideraba especialmente importantes. Todos ellos nos muestran los límites de lo que los españoles de la época consideraban comportamientos aceptables, pero nos permiten reflexionar también sobre la variedad de las disidencias o la extraordinaria movilidad característica de éstas y otras muchas vidas marginales en aquella España de los siglos XVI y XVII. Cada uno de los casos nos ofrece al final un mapa de los lugares por los que confesaron haber viajado los encausados, que muestra no solo la variedad geográfica de su experiencia vital, sino también lo cuidado de la edición, que incluye una presentación del procesado y su historia, la transcripción de la parte, o partes, de las actas en que cuenta su vida -que nos permiten seguir el proceso y las tácticas de los inquisidores- la recapitulación final de los autores y la indicación de una serie de lecturas complementarias. El texto se acompaña de notas, que sirven para aclarar numerosas cuestiones y ayudan al lector a profundizar en el conocimiento de la época, las desviaciones juzgadas y la actuación del tribunal de la Inquisición. Para mayor facilidad, los textos de Kagan-Dyer se diferencian de las autobiografías por el cambio en el tipo de letra utilizada. Al final del libro, se incluye un pequeño glosario de términos.
Los individuos cuyas vidas se nos cuentan constituyen un rico y variado repertorio: Luis de la Ysla, uno de los judíos expulsados en 1492, bautizado en Italia y que volvería después al judaísmo, cambiando luego su religión según las necesidades de los lugares a los que le llevaban su numerosos viajes. Esteban Jamete, un escultor francés detenido en 1544 acusado de luteranismo. Elena/Eleno de Céspedes, una mujer que pasó a vestirse como hombre, se casó con una mujer y fue juzgada bajo la acusación de falta de respeto al sacramento del matrimonio y brujería. En aquellos mismos años de finales del siglo XVI, un soldado, Miguel de Piedrola, que decía tener capacidades proféticas, fue procesado cuando las Cortes estaban considerando la posibilidad de nombrarle "primer profeta real". En su defensa, afirmaría que sus poderes le situaban por encima de reyes y clero y que quienes no se atuvieran a sus mensajes sufrirían la ira de Dios. Francisco de San Antonio era un judío convertido y vuelto luego a su fe original, que consiguió una merced real haciéndose pasar por cristiano y fingiendo la conversión de Mariana de los Reyes. Diego Díaz era un morisco expulsado en 1609, que volvió poco después a España. Blanca Méndez de Rivera, por último, fue una cristiana convertida secretamente al judaísmo, junto con sus hijas, que fue arrestada en 1642 por la Inquisición mejicana. El libro constituye, en definitiva, una ventana abierta a las vidas de una serie de seres marginales de la España de los Austrias. Pero es también un buen acercamiento a las ideas de la época sobre moralidad y comportamientos, así como un buen estudio de la Inquisición y su funcionamiento.