Diosas y dioses de la vieja Europa
Marija Gimbutas
27 junio, 2014 02:00Venus de Willendorf, 20.0000 a.C.
En tiempos de crisis, más o menos extremadas, como pueden ser los nuestros, el ser humano, confuso, agredido o desposeído, lleno de dudas, desconfiado de las ideas y turbado por el presente, siempre acaba regresando a la ayuda y a la fuerza de los símbolos y los signos. Éstos suelen mantenerse como adormecidos en el pasado, a veces en las culturas más remotas. Por eso, su desconfianza hacia ellos, o la idea de que sólo nos trasladan hacia un mundo de mitos e imposibles, de fabulaciones y leyendas. Pero sabemos que no es así. En esas ocasiones, graves y especiales para los seres humanos, éstos acaban recurriendo al poder y ayuda de los símbolos eternos, puesto que el tiempo los ha decantado y son de fiar. No en vano, María Zambrano nos recordó que los símbolos hablaban el lenguaje de los misterios y, en consecuencia, nos los desvelaban; es decir, cuanto el ser humano desconoce en la vida, que todavía suele ser mucho. Y parafraseando a Antonio Machado bien podemos decir que el ser humano siempre se acaba orientando hacia los símbolos (hacia el misterio) para saber más.Ha sido necesaria hacer esta consideración previa para valorar un libro emblemático como el que hoy comentamos, Diosas y dioses de la vieja Europa, de la profesora y arqueóloga norteamericana, pero de origen lituano, Marija Gimbutas (1921-1994). No es raro que, ante su aparición (Londres, 1954), un gran especialista en estos temas y autor de obras no menos de referencia sobre el origen y las creencias, Mircea Eliade, saludara el contenido de la obra como "muy difícil de encontrar en otro lugar", a la vez que subrayó la importancia de las innumerables ilustraciones, -minuciosamente comentadas en el apéndice- que acompañaban al texto, tan necesarias al tratarse un tema especializado y remoto, como el de las culturas de la primitivísima Europa y sus derivaciones simbólicas.
Porque resulta que lo normal incluso entre los europeos -el propio Eliade fue un buen ejemplo de ello- es que estos temas de los orígenes hayan sido vistos tradicionalmente a través de las civilizaciones, igualmente remotas, de Medio y Extremo Oriente, o de las Precolombinas. Y, sin embargo, una de las cosas sorprendentes de la obra de Gimbutas es que se está refiriendo a las culturas más remotas de la "Vieja Europa", que no son naturalmente las grecolatinas, como solemos considerar a la ligera. También sorprende que la autora haya fijado su estudio en una zona muy concreta, la del sureste europeo. Luego, este libro, ya desde su título, destaca por su detenimiento en ese cultura pre-indoeuropea en la que el protagonismo gira en torno a la mujer, al matriarcado, y no a la posterior cultura patriarcal, nómada y guerrera.
Es, por tanto, la mujer y esa sociedad matriarcal de la remota Europa la que está por debajo de esas Diosas que aparecen en el título del libro; ser que, a su vez, remite a otra serie de símbolos, como lo telúrico, lo germinal, lo fértil; al fuerte poder originario, que es de donde brota la importancia de este símbolo precioso. La presentación del antropólogo e historiador José M. Gómez-Tabanera y el que la traducción del texto se deba a Ana Parrondo, otra conocedora fundamentada de estos temas, avalan el contenido del libro. En concreto, la presentación proporciona las muchas claves de este estudio tan detallado y complejo en su exposición.
La obra de Marija Gimbutas parte de un enfoque muy necesario, el geográfico y artístico, para irse centrando en temas más concretos que, a su vez, bien podemos decir que adquieren el carácter de nuevos símbolos, como son el ritual, las máscaras, sepulcros, imágenes y figurillas. Al mismo tiempo, la figura de la Diosa no sólo remite a una significación general, como la que hemos señalado, sino que la Diosa de la Vida, la de las Aguas, la de la Muerte, remiten a otra serie de significaciones, aunque todas tengan ese sentido primigenio de lo que da vida, regenera y a la vez alude a lo cíclico-mortal. Se estudia también el rico paralelismo, propio de la tradición iniciada, entre mujer-diosa y naturaleza-vegetación. La base profundamente científica y arqueológica de las investigaciones avalan este sugestivo estudio, acaso tan necesario en estos tiem- pos en que nuestra Europa parece estar perdiendo el sentido de lo que, originaria y culturalmente, ha sido.