Image: Franco

Image: Franco

Ensayo

Franco

Stanley G. Payne y Jesús Palacios

26 septiembre, 2014 02:00

Franco

Espasa. Madrid, 2014. 816 páginas, 26'90 euros

El tejano Stanley G. Payne es, a sus ochenta años recién cumplidos, uno de los grandes nombres de la generación de hispanistas ingleses y americanos que tanto contribuyó al avance del conocimiento del pasado español -especialmente de sus dos últimos siglos- con los libros que nos ofrecieron a partir de los años sesenta.

La opera prima de los casi treinta libros de los que es autor principal es Falange: a history of Spanish fascism, que se publicó en 1961 y sería vertida al castellano en 1965, por la editorial antifranquista Ruedo Ibérico de Paris. Allí publicaría también, en 1968, su estudio sobre los militares y la política en la España contemporánea. No parecía haber otro conducto en aquellos años de la dictadura y Payne no conseguiría publicar sus primeros libros en España hasta los años finales del franquismo.

En este libro comparte la autoría con Jesús Palacios (Madrid, 1952), historiador y periodista con una prolongada dedicación a la investigación del periodo franquista sobre fuentes originales, y a desentrañar el intento de golpe de estado del 23 de febrero de 1981. Ambos han tenido acceso directo al testimonio de la hija de Franco, Carmen, que aparece disperso en las páginas de este volumen y sirve de contrapunto a las informaciones de los archivos y a los estudios de los especialistas.

En esta obra conjunta, Payne ha dejado también la impronta de una forma de hacer historia en la que destaca su capacidad de distanciamiento y su facilidad para establecer relaciones con sociedades a veces muy lejanas. Payne -y Palacios con él- no se dejan vencer por la tentación castiza del "España es diferente", tan ruinosa para la tarea de algunos historiadores que antes no sabían inglés y ahora tampoco saben francés, por no hablar del alemán.

Los dos historiadores creen que la experiencia española es perfectamente contextualizable en marcos cronológicos y geográficos más amplios. De ahí que no tengan inconveniente alguno en relacionar la represión de la posguerra con la que realizó el mariscal Tito en Yugoslavia tras el final de la segunda guerra mundial ("mayor en términos absolutos"), o en comparar el "boom" económico de los años sesenta -que hizo de España la novena potencia industrial del mundo- con lo que hizo Deng Xiaoping en China, aunque le costase el doble de tiempo.

Tampoco deja de ser tan sugerente como provocativa la comparación de los recelos antiparlamentarios de Franco con los de Negrín, o la asimilación de las imágenes de la entrada de Franco en Toledo, tras la liberación del Alcázar, a las que ofrecieron los noticiarios americanos sobre el regreso a Filipinas del general Douglas MacArthur.

En cualquier caso, las comparaciones van mucho más allá de los episodios personales y eso es lo que las hace especialmente útiles para comprender una experiencia española en la que la guerra civil de 1936 debe ser puesta en relación con otros enfrentamientos fratricidas, como el de Finlandia en 1918, o los que tendrían lugar, a continuación, en otros países europeos como Rusia, Hungría, Yugoslavia o Grecia.

Lo mismo puede decirse de las múltiples variantes del fascismo que se ensayaron en Europa a partir de la experiencia italiana de 1922. Además, como señalan los autores, el regimen franquista se desfascitizó aceleradamente tras la caída de Mussolini en el año 1943.

El libro, en todo caso, no deja de ser la biografía de un dictador, plenamente consciente de serlo y nada dispuesto a repetir los errores de Miguel Primo de Rivera, el dictador español que le había precedido tan sólo seis años antes. En ese sentido exige una comparación con los otros dictadores del siglo XX, como Adolf Hitler, Benito Mussolini y Josif Stalin que los autores resuelven afirmando que Francisco Franco era "el más normal de los cuatro": no era ni un desequilibrado, ni un sádico, ni un obseso sexual, aunque si le diagnostican "una limitada paranoia", muchas veces dirigida contra la masonería y el comunismo. En definitiva, a los autores les parece que, en algunos aspectos, el general Franco fue "el que más éxito tuvo" y, muy especialmente, apuntan a su éxito económico, a la "solidaridad orgánica" que se consiguió en la población española y a la existencia de un modesto nivel de corrupción política, frente a la que se ha generalizado en la vida española desde el comienzo de la transición política. A partir de esos éxitos, los autores no dudan en presentar a Franco como "el modernizador definitivo de su país y el líder que alcanzó mayor éxito de todos los aspirantes a las dictaduras de desarrollo del siglo XX".

Una valoración como ésta no coincide demasiado con la que suele predominar en medios académicos y periodísticos pero tampoco es sorprendente ni aislada. Hace ya algunos años que, en una reseña sobre otra biografía de Franco de orientación muy distinta al libro que ahora comentamos, Raymond Carr, el más grande de los hispanistas británicos sobre la época contemporánea, cerraba su texto con una valoración que no está muy alejada de la que hacen Stanley Payne y Jesús Palacios.

"Sería absurdo afirmar, como han hecho algunos -escribió Raymond Carr entonces- que Franco fue padre de una democracia, a la que siempre se opuso, pero la sociedad que había crecido bajo su mando no tenía otro lugar a donde ir" (The New York Review of Books, 17.11.1994). Una sociedad, añadía Carr, que fue, en buena medida, producto del boom franquista de los años sesenta.

Para llegar a esas conclusiones los autores realizan un muy detallado recorrido por los casi ochenta y tres años de la vida de Franco con un exhaustivo manejo de fuentes primarias e inéditas, entre las que destacan los documentos que alberga la Fundación Francisco Franco y el testimonio de la hija del biografiado, del que los autores habían hecho ya un adelanto en un libro de hace cinco años (Franco, mi padre, La Esfera).

Los cinco primeros, de los veinte capítulos que componen la obra -una cuarta parte también en cuanto al número de páginas- están dedicados a la trayectoria de Franco antes de la guerra civil y nos describen a un militar con un alto sentido profesional, y acusada capacidad de mando, que se manifestó relativamente ajeno a las luchas políticas, sin que eso impidiera su ascenso hasta la máxima jerarquía del Ejército. El ascendiente que ya tenía ante sus colegas facilitaría su afirmación como jefe supremo de los militares sublevados durante la guerra civil, a la que se dedican los cuatro capítulos siguientes.

Sobresale entre ellos el dedicado a la represión que, en opinión de los autores, constituye, junto con el apoyo a las potencias del Eje, uno de los puntos negros de la actuación de Franco. En relación con la represión, los autores toman como referencia los estudios de Santos Juliá y Julius Ruiz y realizan una estimación de ochenta mil víctimas para los años de la guerra y los de la posguerra inmediata.

El mayor número de capítulos y páginas del volumen corresponde, lógicamente a los treinta y seis años de dictadura que Payne y Palacios dividen entre el periodo pseudofascista y potencialmente imperialista que va hasta 1945, los años del nacionalcatolicismo corporativo (1945 -1959), y el desarrollismo tecnocrático de los años finales, que terminaría por evolucionar hacia autoritarismo burocrático. Un gigantesco esfuerzo de interpretación que deja, sin duda, una renovada imagen de Francisco Franco.