Novela

Memoria de ayer

Justo Merino

30 enero, 2000 01:00

Morandi. 159 páginas, 1.200 ptas.

Un narrador no está obligado a contar el mundo sino la parte del mundo en la que se ha detenido, escribió J.Mª. Guelbenzu. Y sus palabras vienen al caso porque este cordobés, Justo Merino Belmonte, de quien nos llega esta primera noticia de su esforzada y conseguida dedicación al relato, parece haber escogido el recuerdo de su Andalucía natal como parcela desde la que narrar en qué consiste la vida de ese lugar. Sin más armas que una sobriedad asombrosamente expresiva, un vocabulario de escogidos vocablos terruñeros y la tensión derivada de un inteligente dominio de movimientos elípticos que suprimen todo aquello que son rémoras cuando se trata de adelgazar la extensión de una historia y ensanchar su intensidad.

Y consiste, la materia de estos diez relatos sumados a la novela breve que da título al volumen y unidad temática al conjunto, en narrar historias mínimas, vidas apiladas a un medio huraño, confinadas a la repetición de sus tareas ("Picapedrero"), dañadas por la degradación ajena ("La tonta"), o por la impotente certidumbre del abandono ("Lo que la mula ve"). Sobre esa geografía humana de historias ciertas o inventadas puede leerse el sentimiento a la tierra, el desamparo trágico... Porque una voz en primera persona enfatiza lo que, sin expresarlo, sugiere su tono poético. El tono que acompaña al recuerdo, aunque no siempre sea cálido lo que éste evoca. Y es que somos nuestra memoria, escribió Borges. Y a ella se somete el narrador de lo más logrado de este libro: Memoria de ayer (premio "Ciudad Real" de Novela Corta). Al relato de una infancia sometida a otra, al retrato de dos mundos sociales irreconciliables. Es el recuerdo de un personaje evocado, con la fuerza de impresiones fugaces y diálogos sincopados, en la conciencia de otro personaje. Un buen argumento para corroborar la fuerza expresiva de un autor subrayado por tantos merecimientos.