Image: La pasión última de Carlos V

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Novela

La pasión última de Carlos V

María Teresa Álvarez

5 marzo, 2000 01:00

Martínez Roca. Barcelona, 1999. 190 páginas, 2.000 pesetas

De nuevo la ocasión de celebrar a una figura histórica sirve no sólo para ahondar y recuperar la trascendencia del personaje en la Historia; también para husmear en su vida y divulgar, desde la perspectiva de personalidades de su entorno o de voces sin voz en su época, la política, la sociedad y las costumbres de su tiempo. En este caso es Carlos V -de cuyo nacimiento se celebran 500 años- el centro de interés de toda clase de escritos; sobre él y sobre la Europa del Renacimiento. Quizá por eso esta editorial, que en el 98 se sumó a la celebración del año de Felipe II con La Princesa de éboli, de Almudena de Arteaga, lo hace ahora, de la mano de una gran divulgadora de asuntos históricos, responsable de dirigir, entre otros documentales televisivos, la serie Mujeres en la historia.

ésta es su primera incursión en el género novelesco, pero conoce bien los azares y zozobras de esa época imperial y maneja datos y personajes con fluida desenvoltura, de manera que el resultado es un relato logrado en sus fines de deleitar e instruir con una trama tomada por voces de mujeres que denuncian su rabia de vivir en un mundo "capitaneado por hombres". Ellas son Ana de Austria, la hija bastarda de Juan de Austria, y su abuela, madre de éste, Bárbara Blomberg, la mujer que significó la última pasión de Carlos V y que sufrió toda su vida las consecuencias de haber sido madre del hijo natural del rey. Hablan de una sociedad donde las normas sociales dictaban "despiadadas soluciones de bastardía", como apartar de sus filas a las mujeres que estorbaban ocultando su existencia tras muros conventuales, entonces "cárceles para hijas no deseadas"; denuncian la imposibilidad de los hijos ilegítimos de hacer valer su poder, su identidad, frente a la de sus familiares de sangre; exponen la injusta obligación de las madres de ceder la protección de sus hijos al progenitor o a su linaje, excluyéndolas a ellas de sus vidas.

Sobre estas ideas se perfila la novela como la historia de una mujer, de vida turbulenta, genio contradictorio y ejemplar, y su proyección sobre la personalidad de su nieta, ambas amparadas en el trasfondo político de la dinastía de los Habsburgo. Abarca la acción desde los años cruciales del reinado de Carlos V, cuando éste luchaba en Alemania por lograr la unificación religiosa, hasta los sucesivos reinados de Felipe II y Felipe III. Por tanto, se registran los más significativos acontecimientos y personajes de la Europa de entonces, más como apuntes esquemáticos, en aras de cierto rigor histórico, que como parte esencial de una trama de leve tensión narrativa, quizá dominada por el afán de convertir en interés prioritario el doble protagonismo de esas figuras femeninas que son el verdadero eje de este relato.

Lo más consistente, lo más trabado, es la idea de estructurarlo en torno a tres momentos (1617, 1621 y 1629) de la vida cotidiana de Ana de Austria, abadesa del Convento de las Huelgas de Burgos, y su repaso a la memoria de su abuela a partir de las cartas póstumas de ésta. Ese legado epistolar, en el que ésta se retrata, desnudando sus desvelos -de los que hace heredera a su nieta-, ofrece el testimonio de su tiempo y sirve de acicate a la voz narradora para conocer las razones que tejieron las circunstancias impuestas a su vida, al tiempo que amplían la perspectiva de su mirada, sometida, desde los seis años, a un encierro conventual no deseado. Así, el discurso de una y otra, encuadrado en el carácter documental no sólo de los rigores del pasado y el presente de la política de los Austrias, sino también de los usos y hábitos culturales de entonces, se ofrece con la vehemencia expresiva de esas historias de interés asegurado para quienes gusten de recorrer otras épocas y convertirse en aliados de la intimidad de sus protagonistas.