Image: Relatos reales

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Novela

Relatos reales

Javier Cercas

19 julio, 2000 02:00

Javier Cercas

El Acantilado. Barcelona, 2000. 215 págs., 1.700 ptas. EL INQUILINO. Ibidem. 138 págs., 1.200 ptas.

Escritos de género mestizo -así los considera el autor con tópico de moda-, resultan una lectura amena mientras incitan a la meditación del lector

Lo mismo que otros muchos profesores de literatura, cada día más, Javier Cercas practica la creación a la vez que ejerce su oficio y escribe fundados ensayos. Su caso es, me parece, el resultado de una vocación firme y de unas cualidades notables y no el de tantas incursiones voluntaristas en el terreno de lo imaginativo. No se ha prodigado mucho y la novela extensa suya que conozco, El vientre de la ballena (1997), narra con emoción, ironía y soltura ese misterio caprichoso que es el destino humano.

Algo parecido persigue en El inquilino, un relato corto perfecto por su perspicaz penetración en la psicología de un hombre abúlico y por su destreza formal. Publicado sin pena ni gloria hace dos lustros largos, conoce ahora un oportuno rescate que podrá hacerle la justicia que antes le fue remisa. El inquilino adelanta en el tiempo ese ambiente de novela de campus que ha recreado también con mucha fortuna Muñoz Molina en Carlota Fainberg. Cercas dibuja una estampa viva divertidísima de un tiempo y de un medio (la sociedad americana ceñida a un concreto mundillo profesional), pero la trasciende con un sentido genérico. Sobre ese testimonio crítico se alza la configuración de un personaje. El protagonista, un profesor ninguneado por un colega, sirve para hablar de los límites de la ambición y de la dignidad y del fantasma de la frustración. Una atinada ironía, y algún brillante juego narrativo, como el ambiguo final, nos acercan de un modo muy plástico a la inseguridad de este mundo nuestro, que tan firma parece.

La materia anecdótica de Cercas (tanto en esta novela breve como en la larga citada) se nutre de su entorno personal y no de la fabulación pura. Quizá por temor a la invención, prefiere tomar datos de círculos cultos y librescos que le son cercanos. No extraña, pues, que ello mismo alimente sus Relatos reales, un conjunto de artículos de sorprendente personalidad en la línea de un género que está teniendo un gran florecimiento entre nosotros, el periodismo de corte literario. Acaso hay exageración cuando se repite que la mejor prosa del siglo XX se ha hecho en España en la prensa. Pero no cabe duda de que nuestros periódicos conceden una importancia y un espacio inusuales en otros países a una escritura que parte de lo noticioso pero pone el acento en la creatividad, no en lo informativo.

La intencionada paradoja del título señala las dos vertientes que funde Cercas en sus columnas: un estímulo inmediato y un tratamiento narrativo. El estímulo (un encuentro, una lectura, una película) parte, como él mismo reconoce, de esa literatura del yo cercana al dietarismo. Esos motivos, próximos a un costumbrismo renovado, en sí mismos carecen de mucho valor. Pero se convierte en trampolín para asediar la vida en sus dimensiones más sorprendentes, equívocos, enigmáticas o azarosas mediante el salto que permiten el humor o lo inesperado.

El yo narrador -el autor desdoblado en cronista: un aritificio del que se abusa un poco- refiere un pequeño suceso relacionado con su vida diaria y, como se dice coloquialmente, le saca punta. Lo hace con ingenio, con una humildad bien timbrada, y con ese punto de vista en el que predomina la ingenuidad. Ese enfoque -claro que un truco, pero bien manejado, con un efecto de verosimilitud y veracidad- permite que el comentario tome rumbos diversos. A veces, las menos, tiende hacia la concentración lírica. Otras se apoya en lo argumentativo, nada distinto, pues, de lo que Cercas hace en sus novelas.

En muchas ocasiones tiende a lo narrativo. En una referencia ocasional a Larra, Cercas lo considera "le père à nous tous". Esta confesión revela el espíritu que anima a bastantes artículos de esta selección: hacer con ellos una pieza a medio camino entre la descripción informativa y el relato. En estas crónicas ficcionalizadas tiene muy buena mano Cercas, porque sabe imprimerles un ritmo narrativo sin perder de vista el pretexto originario. El humor es una tónica habitual. Y del humor viene un distanciamiento escéptico. No falta algún tributo amistoso, que debiera evitarse en nuevas compilaciones de este tipo. Hay gracias simpáticas muy en consonancia con el personaje: un encuentro con Cabrera Infante. Y hay también una hondura reflexiva y grave: el lúcido artículo donde conviven los hermanos Machado y Sánchez Mazas.

Escritos de género mestizo -así los considera el autor con tópico de moda-, resultan una lectura amena mientras incitan a la meditación del lector. Con ellos Cercas se coloca en un lugar de cabeza dentro de una forma donde hay una dura competencia, el columnismo literario.