Novela

El último libro de Sergi Pámies

Sergi Pámies

3 octubre, 2001 02:00

ANAGRAMA. BARCELONA, 2001. 261 PÁGINAS, 2.995 PESETAS

Autor de varios libros de cuentos escritos en catalán y traducidos al castellano en los últimos 15 años, Sergi Pámies (París, 1960) ha venido consolidando en cada entrega su prestigio como uno de los valores más sólidos de la narrativa castellana actual.

Así sucede también con El último libro de Sergi Pámies. En sus nueve narraciones el autor, dueño de una herencia que va de Kafka a Cortázar y Monterroso, despliega una agridulce visión del mundo sustentada en la ironía y el humor. Su madurez se proyecta en una penetrante observación de la vida y la literatura, desde el distanciamiento, para abordar las ansias, alegrías y dolores de unas criaturas anónimas en su perplejidad entre la realidad y la ficción como marco de sus emociones contradictorias entre el amor y la muerte.

El distanciamiento crítico, la irónica precisión y la parodia se manifiestan ya en el curioso título, que reproduce una frase multiplicada en fajas de publicidad editorial para vender el "último libro" de autores celebrados. Esta deliberada construcción paródica se descubre con claridad en el quinto relato, "Las dos caras de la moneda", que, con algún guiño a Cortázar, constituye una fragmentaria recreación metanarrativa del proceso comunicativo que va del autor al lector, con las reflexiones de ambos en torno al erotismo y la ciencia ficción en lo que uno lee y otro escribe. En efecto, son las dos caras de la misma moneda que es el actual sistema literario mediatizado por demasiados intereses ajenos.

"El océano Pacífico" es el más largo, casi una novela corta, con más de setenta páginas. Me parece una de las mejores narraciones del libro. En la desnuda cotidianidad de su historia entrecruzada por el azar hasta extremos casi fantásticos se condensan algunas pulsiones elementales del ser humano. De tal modo que la peregrina peripecia de su kafkiano protagonista fugitivo por las autopistas francesas a causa de un falso crimen que él no cometió pone en estrecha relación pasiones e inquietudes fundamentales como el amor y la muerte. Y lo hace recabando para el relato cierta dosis de intriga que intensifica la sensación de desamparo y extravío del viajante protagonista. Pues éste pasa de la soledad y el aburrimiento en la vida acelerada de nuestros días a sentirse atrapado entre el amor y la muerte de la persona amada. Lo cual se refleja ya en el doble significado del título de este cuento: recoge una anécdota de la vida del último músico oído y muerto, pero también apunta al naufragio existencial del ser humano en nuestro mundo de prisas.

Los demás cuentos son más breves. "La fama" resulta ejemplar en su concatenada representación del moderno individuo sin atributos, más allá de su infructuosa búsqueda de identidad, angustiado por la radical insatisfacción de cada ser humano. "El futuro" ofrece una buena muestra de la agridulce visión del mundo que impregna estos cuentos: en poco más de dos páginas se dibuja el miedo al paso del tiempo. En cambio en "La máquina de hacer cosquillas", tal vez el mejor de todos, el recuerdo del pasado atormenta el presente de dolor, creando por medio de la elipsis y la eficacia del arte de sugerir un admirable ejemplo de intenso y emotivo respeto a la memoria. Finalmente, el libro se cierra con otros dos textos de elevado mérito, aunque muy diferentes entre sí. "La popularidad" ofrece una lúcida muestra del daño que la frivolidad y la maledicencia perpetran en la sociedad actual. Y frente a tantas adversidades, por encima de cualquier obstáculo, "Cobertura" empieza y acaba con una declaración de amor a la vida y a la literatura fundidas en una cortazariana trama narrativa que resuelve el caos y la angustia de la existencia en el valor y el gozo de cada momento y en esforzarse por "escribir, aunque sea una novela que se muere, aunque sea en una lengua moribunda" (pág. 139), como decía el lema de cabecera.