Novela

Tan veloz como el deseo

LAURA ESQUIVEL

3 octubre, 2001 02:00

PLAZA & JANÉS. BARCELONA, 2001. 222 PÁGINAS, 2.900 PESETAS

Laura Esquivel no ha logrado aún superar el síndrome de su primera novela y su éxito. En efecto, Como agua para chocolate fue llevada al cine, con guión de la propia autora, a la que le llovieron premios de toda índole en los Estados Unidos hasta ser designada Mujer del Año en 1992 y galardonada con el America Booksellers Book of the Year (fue la primera autora extranjera que recibió tal distinción).

Sus libros posteriores no lograron los beneficios de los best-sellers y me temo que Tan veloz como el deseo no será traducida a las 35 lenguas que logró su primera novela. La obra de Esquivel sigue la estela difusa del "realismo mágico". Resulta sorprendente y aún exótica en algunas situaciones, pero bordea siempre la facilidad. Aquí Júbilo, el padre de la narradora (aunque las perspectivas varíen a lo largo del libro) constituye la razón esencial del relato, cuyo engranaje brota de la personalidad de un solo personaje: hijo de un telegrafista que combatió en la revolución, parte de una familia de doce hermanos. En los últimos días de su existencia, su hija narrará la infancia del padre en un tiempo histórico interno que va desde un indefinido "después de la Revolución mexicana" (pág. 21), aunque poco después de la misma, a 1937 (pág. 60), 1923 (pág. 79), 1946 (pág. 120). El tiempo nos retrotrae hasta 54 años después de los hechos (pág. 204) y la voz que narra nos cuenta una historia que acaeció incluso dos años antes de que viera la luz. Tiempos y perspectivas permitirán ir develando poco a poco una trama lineal -dinero, trabajo, amor y falso desamor. Tales efectos no aportan novedades. La carpintería narrativa no es un valor primordial del relato.

Tal vez cabría entenderla como una tradicional novela de amor: el título, por lo menos, así lo sugiere. Y en efecto, hay una historia amorosa que constituye el eje central del relato: la historia de las relaciones entre Júbilo, el telegrafista, y Luz María Lascurain o Luche, de familia bien situada económicamente, quienes se conocen ya a los 13 años. El deseo o el amor, en el que el sexo jugará un papel trascendental, antes, durante el matrimonio, la aparente frialdad que durará hasta el casamiento de Lluvia, la hija de ambos, y la posterior separación que durará hasta la muerte de Júbilo.

Un final lacrimógeno cierra una novela de frecuentes incursiones en lo sentimental y que busca adquirir su carácter caribeño por la fogosidad de los jóvenes o ya no tan jóvenes amantes. La "voz" narradora, la hija de 51 años, nos relata en ordenado desorden cronológico una historia cargada de tópicos. Desmerecen asimismo abundantes reflexiones morales o ensayísticas que poco tienen que ver con la novela misma. El conjunto, pese a algunos toques acertados, poco añade a la obra de Laura Esquivel.