Image: Baudolino

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Novela

Baudolino

UMBERTO ECO

10 octubre, 2001 02:00

Traducción de Helena Lozano. Lumen. Barcelona, 2001. 531 páginas, 3.450 pesetas


Baudolino es una novela comparable a El nombre de la rosa, quizá mejor elaborada, más rica en temas, aunque menos fresca y ágil, que nos abruma en ocasiones por sus excesos. Múltiples han sido las ambiciones de Eco; bastantes, logradas y muy satisfactorias

Tres, hasta hoy, habían sido las novelas publicadas por Umberto Eco. Fue, sin embargo, El nombre de la rosa (1980) la que le catapultó a la fama. Menos éxito consiguieron El péndulo de Foucault (1988) y La isla del día de antes (1994). La novela se sitúa en la Edad Media. Baudolino cuenta su historia en voz alta en 1204. En la pág. 489 nos revela que ha sobrepasado los 60 años, pero se mencionan acontecimientos históricos como las dietas de Ratisbona y de Worms; y en la batalla de 1176 vaga entre heridos y muertos (¿un homenaje a Tolstoi?), a la búsqueda del emperador.

Baudolino responde, pues, a los cánones de la novela histórica, pese a que en ella tan sólo podamos descubrir algunos rasgos de la misma y desbordante imaginación. Sabemos que la historia medieval, los cronicones, están llenos de fantasía, como los poemas épicos y las novelas de Chrétien de Troyes. Eco ha elegido la zona creadora e imaginativa medieval, tamizándola con las excelentes lecturas realizadas en teología, dialéctica, ciencia, filosofía, artes y hasta oficios, con lo que consigue una curiosa combinación de realismo histórico. Todo ello constituye el cañamazo sobre el que Eco sitúa a su personaje, Baudolino, un ser polifacético, capaz de relatar las historias más maravillosas, de inventarse seres extraños, para lo que debe recurrir a los neologismos, capaz también de escribir en una lengua nueva franca sin llegar a la perfección de un Dante creador. Baudolino se inspira, asimismo, en los Bestiarios medievales, en los legendarios. Tierras, geografías, con sus planos correspondientes inventados, como el Macondo de García Márquez, ofrecen otra perspectiva del planeta y del Universo. Seres imaginarios lo pueblan, los que Baudolino inventa como elabora reliquias.

La novela, estructurada en dos partes, nace de las historias que Baudolino cuenta a Nicetas (otro protector) mientras se incendia una vez más la cercada Constantinopla, en la que los cruzados saquean y matan sin misericordia. Tras esconderse, los protagonistas huirán por caminos poco frecuentados. En este viaje que emprenderá junto a Nicetas y su familia de acogida le relatará su vida y una búsqueda o misión, el encargo recibido de su maestro Otón, otro protector próximo al emperador, de alejarle de las constantes e inútiles luchas contra las levantiscas ciudades italianas.

Será Baudolino quien inventará también la leyenda de los doce Reyes Magos, quien confeccionará el Greal o Grial con la escudilla de su padre campesino, una vez muerto, quien convencerá al emperador sobre la necesidad de lograr la cooperación del resto de la Cristiandad. En esta empresa descubrirá a su antagonista, el monje Zósimo, maligno, enredador y falso practicante de magia negra. Las anécdotas amorosas serán escasas: la emperatriz Beatriz de Borgoña, su esposa Calandrina. Su otro amor es ya mágico. Se enamora de Hipatia, tras largos coloquios donde ejercitan la dialéctica hablando de Dios (páginas de considerable interés), pese a que Hipatia posea patas caprinas, pero tendrá un hijo de ella, aunque, obligado a huir, no volverá a verles.
En el viaje -la segunda parte del libro- aparecerá mucho más la fantasía creada por el propio Baudolino y, según ley dialéctica, existente. La novela desarrolla también las leyes de la caballería, de la filosofía incipiente, del combate ideológico-y no ideológico- entre Occidente y Oriente, el misterio de las ignotas tierras de la India y China, con sus propias culturas. No faltarán ecos borgeanos ni de los enciclopedistas, trasuntos de novela gótica y, como homenaje a su primera novela, la incógnita de la muerte o asesinato del emperador Federico, que se desvelará al final del relato.

Baudolino es una novela comparable a El nombre de la rosa, quizá mejor elaborada, más rica en temas, aunque menos fresca y ágil. Eco nos abruma por los excesos. Sin quizá pretenderlo confecciona una verdadera y, a la vez falsa, enciclopedia de conocimientos reales e imaginarios de una Edad Media que huye de las fórmulas que trazaron los románticos. Su autor conoce bien las erudiciones, pero otorga una capacidad fabuladora a su personaje que llega a abrumarnos, así como la longitud exagerada del relato. Baudolino se define como mentiroso: "Decidí que si aquél era mi destino [...]. Estaba consagrado ya a la mentira. Me decía: mientras inventabas, inventabas cosas que no eran verdaderas, pero verdaderas se volvían" (cap. 18, pág. 233), resumen que constituye el gozne de la novela. Es picaresca en sentido laxo, de caballerías en sentido estricto; de erudiciones verdaderas y falsas; con la intención de crear una lengua (como Julio Cortázar en Rayuela) artificial y otra propia de los fundadores, como el Dante. Múltiples han sido las ambiciones de Eco; bastantes, logradas y muy satisfactorias.