Novela

Isla África

RAMÓN LOBO

7 noviembre, 2001 01:00

Seix Barral. Barcelona, 2001. 245 páginas, 2.800 pesetas

Es muy probable que en los últimos tiempos la ficción novelesca esté virando hacia la no ficción, hacia géneros más emparentados con la crónica, las memorias o el epistolario. También es probable que el futuro de los géneros literarios de ficción pase forzosamente por ese progresivo acercamiento a lo verídico estancado en ese terreno neutral de lo que bebe de ambas fuentes: de las novelescas o ficticias, en cuanto recrea una trama de ficción, y de las reales o no ficticias, en cuanto que el autor habla de algo que le es próximo, aunque lo haga desde la peripecia y con la licencia de cuanto surge de su imaginación.

Esta primera novela de Ramón Lobo (Maracaibo, Venezuela, 1955) está claramente anclada en esa neutralidad. Por un lado, Lobo, que durante muchos años ha trabajado como corres- ponsal de guerra en conflictos de todo el mundo —Beirut, Sierra Leona—, sobre los cuales ha publicado ya un buen libro que recoge sus experiencias reales, se vale ahora de esa magnífica materia prima para tramar una historia en la que dos compañeros de peripecias bélicas y periodísticas, comparten no sólo sus experiencias laborales; también sus existencias y hasta su destino. Eso es lo que hace realmente que esta novela cobre dimensiones de verdadera pieza literaria: por un lado la trama de ficción —sólo el autor conocerá los límites que la separan de una realidad que le presta constantemente nombres y referencias— nos sitúa en el conflicto humano de un joven enfrentado a una muerte prematura, y de su compañero de fatigas, vivo para contarlo. Por otro, la realidad (retratada con más o menos crudeza) de las guerras que ambos presencian convierte la lectura en un híbrido entre diario de viajes y crónica de historia.

Tal mestizaje literario, unido al ritmo con el que el autor cuenta ambas cosas, introduce las dos voces y retrata todas las realidades que tan bien conoce, hacen de esta novela todo un hallazgo. Una historia con ritmo periodístico pero con esa fuerza que sólo logran los relatos de ficción bien urdidos. Al final se nos desvelan algunos de los secretos de la historia real. Pero ya son indesgajables de la historia que nos ha sobrecogido, que nos habla de la vida y sus protagonistas. De la ilusión de vivir que, como dice uno de los personajes, también nos engaña.