Novela

La rueda del tiempo

MANUEL TALENS

7 noviembre, 2001 01:00

Tusquets. Barcelona, 2001. 179 páginas, 1.800 pesetas

Podría sustituir esta nota por un resumen del "Epílogo al lector" que el propio Manuel Talens pone al final de Rueda del tiempo porque ahí se hallan explicadas las claves sobre las que descansa este desolador y hermoso edificio narrativo. Dos ideas básicas sostienen el bloque unitario de 16 relatos que contiene el libro. Piensa el escritor que existir consiste en un encadenamiento de episodios banales a veces alterados por un hecho revulsivo. Además, percibe la vida como un camino sin recompensa en el que sólo importa la dignidad del recorrido. Esta paráfrasis de las creencias de Talens señala el tono desesperanzado que unifica unas narraciones muy distintas entre sí en todos los sentidos. En cuanto a las anécdotas, casi nada tienen que ver unas con otras y cada argumento vale por sí mismo. No hay un tiempo único: el emplazamiento de las historias se dilata a lo largo de la pasada centuria, si bien varias comparten el hundir sus raíces en la guerra civil.

La forma resulta no menos variada. Se utilizan registros lingöísticos distintos, de donde brota una rica diversidad estilística. Y convive una mezcla de modalidades narrativas. Por ejemplo, tres de los textos ocupan menos de una página. Esta estructura mínima se debe a su carácter de reflexión casi epigramática. El último, "Fin de viaje", se ajusta por el contrario a la medida y la tonalidad de una novela corta. Se decanta el autor en este caso por la presentación psicologista, acompañada de notas ambientales, para que se cumpla un destino terrible y necesario. El primer relato, "María", tiene esa escueta medida que distingue al cuento porque no hacen faltan prolijidades para expresar la hondura emocional que mueve a un viejo brigadista de nuestra guerra. La diversidad formal que podría parecer casi vanguardista revela exigencia, pero no experimentación en el vacío.

Los relatos que abren y cierran el libro los tengo por auténticas piezas magistrales y de su valor y significación debe de ser muy consciente Talens al colocarlos en esos lugares privilegiados. Vienen a decir que la vida se teje con hilos tan frágiles como los de las duras historias que refieren; y que a veces el azar de un encuentro o un hecho del pasado se transforma en impulso fatídico. El magnífico desenlace de ambas piezas funciona como revelación de un pesimista sentido de la existencia: todo es dolor y fatalidad, aunque también quepan rasgos de grandeza.

Una literatura tan cruda no postula el ejercicio de la misantropía. Al revés, los textos y el libro en su alcance global están casi inflamados por una conciencia moral recta, solidaria. No anda Talens lejano de una concepción comprometida de la literatura, y ello se comprueba en que no elude datos críticos de una realidad degradada. Rueda del tiempo se sostiene sobre un fondo ético que incita a la reflexión y se desarrolla a partir de casos concretos que apelan a la inteligencia y a los sentimientos. De ahí su feliz resultado literario: los relatos, proyección simultánea de una perspectiva intelectual y moral, producen un conjunto narrativo existencialista, intenso y emocionante.