Image: Dos mujeres en Praga

Image: Dos mujeres en Praga

Novela

Dos mujeres en Praga

Juan José Millás

17 abril, 2002 02:00

Juan José Millás

Premio Primavera. Espasa. Madrid, 2002. 230 páginas, 17’90 euros

A estas alturas de su larga trayectoria, no cabe esperar ni muchas ni grandes novedades en Juan José Millás. Ya ha circunscrito hace tiempo el ámbito de sus inquietudes y se ha abonado a un específico modo de novelar. Esas marcas temáticas y formales reaparecen en Dos mujeres en Praga.

Para empezar, y al igual que suele ocurrir en sus restantes novelas, dispone una leve trama que dilata por yuxtaposición de otras anécdotas, de materiales diversos (digresiones y narraciones interpoladas) y de algunas ingeniosas opiniones.

Esa historia principal, simple sólo en apariencia, cuenta la relación entre Luz y María José. Ambas mujeres se conocen en un taller literario adonde Luz ha acudido para encargar la redacción de su biografía. A partir del encuentro de las chicas, y de la presencia de álvaro, el joven novelista que asume ser su biógrafo, en la vida de Luz, las historias de estos personajes, y de otros más, se entremezclan. Las dos recién amigas, por otra parte, tienen la creencia de que la calle madrileña donde conviven se parece a una calle de Praga, aunque no conocen la ciudad checa. Así el título subraya la tonalidad irreal y el carácter fantástico o visionario del relato.

La progresiva complejidad de la trama dificulta dar noticia sintética de un argumento a la vez sencillo y enrevesado, y me limitaré a destacar que los sucesos, distorsionados por un múltiple juego de espejos, desembocan en uno de los asuntos medulares de toda la narrativa de Millás, el problema de la identidad. Luz cuenta su vida a álvaro para que éste, al convertirla en biografía, le encuentre un sentido. álvaro, por su lado, explica en el taller cómo se construye un personaje, es decir, cómo se da forma a una vida (aunque sea literaria), mientras él anda acuciado con la idea de que es hijo adoptivo. En cuanto a la otra mujer, lleva un ojo tapado para percibir el mundo sólo desde una de las partes enfrentadas de su cuerpo.

Valgan estas mínimas pistas elegidas de entre un repertorio bastante extenso para insinuar el tapiz argumental en el que se van plasmando los motivos que rodean al de la personalidad: el peso del pasado en el presente de cada persona; las dudas acerca de la verdadera identidad; el enigma del doble, abordado mediante la imagen del gemelo; la fabulación como integrante de lo que somos; los límites entre verdad y mentira, entre sueño y vigilia; las inciertas fronteras de lo real; la condición real de las fantasías; la desconfianza que merecen las apariencias, y, en fin, la red de casualidades con las que se teje la existencia.

Este conjunto de asuntos se arraciman en un mundo sin barreras que separen con claridad lo real y lo fantástico, y que se puebla con personajes desconcertados, inseguros, solitarios, extraños. El escenario se sitúa en lugares muy precisos de un Madrid actual, pero toda la fábula tiende a una desrealización atemporal ya que el sustrato costumbrista tiene un valor engañoso: al autor le importa poco el aquí y el ahora porque sus desvelos se centran en nuestra precaria condición existencial.

El ingenio, la paradoja, la ocurrencia sorprendente, el retruécano, el humor... constituyen algunos de los recursos de una historia construida con pericia formal. La novela produce una visión del mundo desasosegante y caótica. En su balance definitivo, no se libra, sin embargo, de un aire de superficialidad que resta fuerza a su corrosiva mirada. La hondura que pide la inconsistencia de la realidad recreada se disuelve en juegos y artificiosidades. Un algo frívolo diluye un fondo bastante nihilista, le resta credibilidad y termina por no parecer del todo auténtico. Dos mujeres en Praga decepciona y le deja a uno insatisfecho por este lado, pero no por el de su cualidad de narración amena, seductora y levemente inquietante que incita a una lectura continuada.