Novela

Ella y ninguna

M. A. Velasco

26 junio, 2002 02:00

Premio Tiflos Castalia. 2002. 406 págs, 16’50 euros

Esta es una de esas novelas deliciosas, de escritura pensada para expresar con sencillez los recovecos de una época turbia, y para contener un relato sorprendente, cuya horma es la de un cuento que se va contando sobre escenas que retratan con viveza y realismo, con ironía y ternura, la vida doméstica de una extensa familia, y a través de ella la mentalidad, la moral, las costumbres y la educación sentimental de la España de la posguerra. Escenas cuidadosamente abrigadas con un lenguaje ejemplar.

Ella es la voz de una mirada infantil, la de una niña que crece en álgaba, un lugar lleno de secretos en aquellos años de su primera infancia. Ella es quien cuenta su niñez mientras va recorriendo escenas de sus andanzas, de la historia familiar, de las gentes de esa ciudad de provincias "seca y quieta", de "todo lo que cupo en ese tiempo" en que vivió al cuidado de una abuela y un montón de tías. Ella quien sugiere el retrato del panorama político y social del país a través de palabras que no nombran sino lo que su perspectiva inocente es capaz de percibir. Ella es quien interpreta la vida a partir de un juego infantil improvisado ante dos espejos de un cuarto de la casa: puesta en medio puede ver su imagen en una enigmática sucesión de repeticiones en las que puede reconocerse, saber que es ella, salvo la más distante, a la que llama "Ninguna". Esa distancia le fascina, y esa fascinación actúa como cuerpo y razón de su historia.

Una historia sin estridencias en la que se confunden, con brillantez, el relato y su lenguaje, y con enigmática sutileza el principio y el final.