Image: Este sol de la infancia

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Novela

Este sol de la infancia

Jacobo Cortines

31 julio, 2002 02:00

Jacobo Cortines. Foto: Mercedes Rodríguez

Pre-Textos. Valencia, 2002. 281 páginas, 15 euros

Conocía de Jacobo Cortines algunos trabajos filológicos, como sus esmeradas traducciones de Petrarca, y tenía noticia de que él mismo ha cultivado la poesía.

Ignoraba, sin embargo, que le tentase también la prosa narrativa, en la que hace su primera incursión superada la cincuentena, dato nada irrelevante para apreciar el hondo ejercicio de introspección elegíaca que consuma en Este sol de la infancia. Ya el mismo título del libro da una pista básica de los derroteros que toma la escritura de los recuerdos de Cortines en el trecho que abarca desde su nacimiento hasta la el examen de ingreso, aquella prueba de la postguerra que marcaba a los diez años como una frontera entre la pura infancia y un conato inicial de madurez, un arranque de la adolescencia.

Cortines toma para su título parte del apunte que llevaba Antonio Machado en el bolso de su gabán la misma fecha de su fallecimiento: "Estos días azules, este sol de la infancia". Con este préstamo advierte la tonalidad de su obra. Tan pocas palabras están cargadas de esa intensidad emocional con la que el autor de Campos de Castilla recubre la experiencia, que en ese caso remite también a un ámbito sevillano, y a ella se acoge Cortines. Lo que Este sol de la infancia cuenta es muy poco. Sus páginas enhebran estampas de un costumbrismo estilizado: pequeños hechos de la vida cotidiana en la finca familiar en Lebrija o en un lugar de veraneo cercano. Una vida dulce y suave en un medio muy acomodado. El niño Jacobo rescata impresiones del paisaje y sensaciones de la naturaleza. También alguna vez en ese marco idílico se produce una violencia o un dolor. Pero apenas tienen importancia. Tampoco la cercana guerra civil ni la posguerra dejan más huella que unas sumarias notas.

En la ausencia de esta clase de datos se halla la clave del mundo delicado de un niño de la burguesía andaluza. El autor no tiene ningún interés en justificar esa realidad, lo cual posee en sí mismo un valor documental indirecto muy considerable. La ausencia de conflictos materiales da pie a una recreación cargada de plasticidad. Por ello abundan los sustantivos y adjetivos de color. Por la misma razón se plasman palabras del ayer referidas a animales, plantas y objetos. El autor se deleita en nominar el mundo con la voz exacta, porque también la lengua forma parte del pasado que se fue.

El mundo estático de aquella Sevilla feliz se pone de relieve con un sistema expresivo cercano a lo poemático. Emplea Cortines con mucha frecuencia la frase nominal y la ausencia de verbos revela con toda virtualidad un mundo escaso de acción. También usa recursos de la lírica.

Los contenidos se presentan en fragmentos que valen por un poema en prosa. Predomina la visión impresionista. Y de todo ello sale una mirada cálida y melancólica que preserva la inocencia propia de esa edad. Este sentir intenso con su carga de elegía y la prosa poética sin rebuscamientos ni afectación sentimental hacen de Este sol de la infancia un libro muy hermoso.