Image: Rosa

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Novela

Rosa

Luis Marigómez

8 mayo, 2003 02:00

Luis Marigómez. Foto: J.M. Lostau

Losada. Madrid, 2002. 240 páginas, 11’52 euros

Luis Marigómez (Nava de la Asunción, Segovia, 1957), escritor, traductor y crítico literario, ha desarrollado un pormenorizado estudio sobre la relación amorosa entre dos seres anónimos en un tiempo vagamente actual y en un espacio urbano sin nombre pero identificable con una ciudad castellana: Valladolid, donde reside el autor.

La historia novelada es muy leve. Se trata del clásico proceso amoroso visto en las sucesivas fases de su evolución, desde la búsqueda y acercamiento iniciales hasta el cansancio y la ruptura, pasando por la consumación de una peculiar relación amorosa vivida de modo muy diferente por sus protagonistas.

Lo mejor de la novela está en su análisis de la efímera relación de pareja (realzada ya la "rosa" del título) desde cuatro ángulos complementarios que se corresponden con las cuatro partes del discurso. La primera es un monólogo del hombre solitario incapaz de comprometerse y aprovechar la última oportunidad que una relación amorosa puede aportarle para superar la indiferencia a su vida sentimental y sobrelleva su fracaso como chupatintas en una empresa de seguros. Su punto de vista es completado en la segunda sección por el monodiálogo de ella, una mujer emplea- da en una tienda de corsetería y soñadora de cortos vuelos inspirados en sus lecturas y películas románticas. El diálogo entre ambos constituye la tercera parte, con fragmentos de escenas vividas por los dos amantes con actitudes opuestas que impiden un compromiso a causa de la inseguridad y egoísmo del hombre, frente a la búsqueda de seguridad por parte de la mujer. Y en la cuarta parte un narrador externo completa el proceso con la relación alternante y simultánea de las dos soledades sobrevenidas tras la ruptura.

Rosa ofrece así el análisis de una relación personal fallida por falta de comprensión y de comunión de intereses. En el caso de la mujer, por esterilidad de un romanticismo ina-daptable al materialismo del oficinista. Y en el hombre, a causa de su estulticia y misoginia, empecinado en el logro de una soledad autosuficiente. Por eso, el texto recarga las tintas en la visión deformante que él proyecta de la mujer en su aspecto físico. Hasta el punto de que emplea una estética feísta que se complace en la animación degradante y que, por otro lado, delata el resentimiento y la amargura de él.