El género biográfico no ha cesado en su práctica desde la antigöedad, y parece discurrir en las últimas décadas por un período muy fructífero. Ya desde Plutarco, que en sus Vidas paralelas presentó personajes históricos, relatando tanto los hechos públicos como lo que Unamuno denominó la "intrahistoria".

En La comunera encontramos más un modelo que, con diferencias claras, se sustenta en el patrón biográfico acuñado por el humanismo que se centraba en ensalzar al individuo, como hizo Petrarca en su De viris ilustribus y que devino en la biografía moderna, que arranca en el XVIII y que centra su interés en el análisis psicológico del personaje. María Pacheco se atrevió a liderar un movimiento absolutamente revolucionario en su momento: la revuelta de las Comunidades de Castilla, que exigían la libertad del pueblo en participar en el gobierno del reino, frente a una sociedad dominada por el joven monarca Carlos I y una nobleza muy fuerte.

Martínez de Lecea plantea en esta biografía novelada temas de identidad de género, de la mujer del siglo XVI, incardinados en una trama amorosa, histórica y política, que está notablemente documentada. Plasma con energía y credibilidad el comportamiento de una mujer singular, en todos los órdenes de su vida, ya sea privada, doméstica como en el aspecto público y social. Refleja muy acertadamente la situación de una mujer de alta cuna por nacimiento -María estaba emparentada con las familias de la nobleza castellana más poderosas de la época- y que por su matrimonio desigual, que le hizo rechazar inicial- mente a su marido, Juan de Padilla, se acerca más a un incipiente grupo social, que conformará lo que vendrá a llamarse clase media. Ese conjunto formado por los hidalgos, los profesionales y los cargos de administración de las ciudades del reino de Castilla, que tan acertadamente nos describe Martínez de Lecea en sus costumbres y maneras, y que pueblan esta historia de deter- minación y valentía, de libertad y abandono.