Image: Espuelas de papel

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Novela

Espuelas de papel

Olga Merino

27 mayo, 2004 02:00

Olga Merino. Foto: Archivo

Alfaguara. Madrid, 2004. 286 páginas, 17 euros

La Guerra Civil y sus secuelas constituyen una inagotable fuente de materiales para novelas de todo tipo. Así se comprueba en las obras de tantos autores que han abordado la tragedia, primero en narraciones de los exiliados y después en las publicadas en España. A la guerra y la dura posguerra acude también Olga Merino (Barcelona, 1965) en su segunda novela.

Si en la primera, Cenizas rojas, aprovechó su estancia de cinco años como corresponsal en Moscú para mostrar la transición de la sociedad soviética a la economía de mercado, ahora en Espuelas de papel relata la historia de una familia de emigrantes andaluces desde la pobreza en un pueblo de Sevilla hasta su lucha por la vida en la Barcelona de los años 50.

Esta familia de charnegos está formada por el padre y seis hijas, más un hijo pequeño. Primero emigraron el padre y sus dos hijas mayores, con el afán de ahorrar para llevarse al resto de la familia a vivir en un piso compartido en la humedad del suburbio. La protagonista es Juana, la hija mayor, con su irrenunciable dignidad y con su refugio en el amor tardío de un anarquista represaliado. Con este presente de la historia novelada alterna la narración del pasado en el pueblo andaluz durante la guerra y la posguerra. El protagonismo sigue recayendo en Juana, en sus recuerdos de aquella época de incertidumbre y miseria, desde su perspectiva de niña en el pueblo, actualizada por la contemplación de una fotografía familiar y ampliada y enriquecida por testimonios orales de otras personas cercanas. Alcanzan entonces mayor relevancia el padre, joven arrestado en un buque prisión de donde salían los que iban a ser fusilados, la encarnizada figura del capitán Díaz Criado y el personaje de Chachachica, uno de los mejores de la novela. La narración alternante del pasado en el pueblo y el presente en la ciudad, con la guerra como referente que ha condicionado la existencia en ambos espacios, permite mostrar la evolución de la lucha heroica de cada día por sobrevivir en la adversidad de aquel tiempo de silencio. Así lo quiere anticipar el título de la novela, explicado en estas palabras de Chachachica: "Cuesta arriba van todos los caminos, y esta vida es tirar hacia delante sin mirar atrás, siempre hacia delante, siempre, aunque tengas que picar el vientre del caballo con espuelas de papel" (pág. 145, repetidas en pág. 211).

Por ello Espuelas de papel es una novela valiosa. El valor documental de su transición social del pueblo a la gran ciudad queda reforzado por recursos objetivistas como nombrar a un personaje desconocido por el narrador omnisciente como "el hombre de los zapatos de rejilla". Y su prosa, haciendo gracia del uso impropio de "dintel" con el significado de "umbral" (págs. 153, 192, 219), enriquece su correcta elaboración estilística con el aliento poético de muchas páginas.