Image: El secreto de Orcelis

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Novela

El secreto de Orcelis

Manuel Mira

27 mayo, 2004 02:00

Manuel Mira. Foto: Ernesto Caparrós

Premio Azorín. Planeta. Barcelona, 2004. 370 páginas, 19 euros

Después de muchos años dedicado al periodismo, el oriolano Manuel Mira (1945) plantea en esta novela una historia enfocada como un reportaje perio-dístico de investigación. Esto es lo que se propone el narrador, Teodomiro Arango, que pretende reconstruir novelescamente la historia de su abuelo, Bartolomé Arango Moya, llamado el Millonario desde que, en 1915, a los veintisiete años, se vio agraciado con el primer premio del sorteo de Navidad.

Un Teodomiro ya maduro, que arrastra una dolencia cardiaca de la que será operado inmediatamente, vuelve a Orcelis -palmario trasunto de Orihuela- para recoger los últimos datos que le permitan completar la biografía propuesta. Los dos días escasos entre su llegada a la ciudad y su ingreso en el hospital constituyen el tiempo de la novela.

Dentro de él, el tiempo de la historia evocada se dilata prodigiosamente e incluye recuerdos, testimonios, anécdotas y documentos encaminados a reconstruir de modo fragmentario casi un siglo en la existencia de una familia. Porque, en efecto, la estela de Bartolomé Arango incluye hitos destacables -su enriquecimiento, su actuación como alcalde durante la Dictadura de Primo de Rivera, su abandono de la familia, sus viajes al extranjero, su empobrecimiento y su muerte-, pero también arrastra diversas vidas que se traducen en personajes: la esposa, los hijos y descendientes, la criada Mamá Blanca, Acacia Fenoll -la amante de muchos años- y otros tipos ofrecen material suficiente para poner a prueba la capacidad creadora de un novelista. En el manejo de este material y en la distribución de las informaciones entre diversas voces es donde destaca la compleja estructura elegida por el autor para organizar El secreto de Orcelis. Y aquí, en la construcción novelesca, es donde residen algunas de las debilidades de la obra. Vaya por delante una afirmación que me parece incontrovertible: Mira posee calidad de página, y hay muchos pasajes en El secreto de Orcelis que delatan la presencia de un excelente prosista. El encuentro de los amantes en El Hondo, la noticia del premio, la llegada a La Negromota -con la mezcla de paisajismo y relato evocador-, la visita del abuelo poco antes de morir, algunas escenas de la etapa infantil del narrador o su visita a Ruth Mayflower, entre otros momentos, acreditan el buen pulso del escritor y su utilización de registros variados, incluso con toques líricos de buena ley (aunque en las cartas de la costurera Acacia resulten impropios).

Sin embargo, la alternancia de discursos es a veces un tanto confusa, y el autor se demora excesivamente en detalles e informaciones que resultan irrelevantes para el desarrollo de la historia, e incurre en digresiones que, sobre todo dentro de un diálogo, no son beneficiosas (véase, por ejemplo, págs. 137-139). El enunciado se complica en ocasiones sin necesidad: "Hice cuanto estuvo de mi parte para reanudar con él la tradición familiar de llamar Bartolomé al primogénito que ostentaba la condición de primer vástago de una nueva generación del apellido Arango, máxime cuando fue mi padre quien rompió conmigo esa costumbre" (pág. 91). Esta prolijidad se extiende a algunas escenas, como las del arranque de la novela, y provoca diversas reiteraciones en los datos ofrecidos que aumenta la frondosidad del relato, que sin duda hubiera mejorado con alguna poda.

Novela que mezcla aciertos y errores, basada en la estructura de Citizen Kane con inclusión del enigma y la sorpresa final, El secreto de Orcelis es una obra apreciable, aunque fallida en algunos aspectos.