Novela

Mi gran apartamento

Christian Oster

10 noviembre, 2005 01:00

Christian Oster. Foto: Olivier Roller

Trad. Carmen García Cela. Losada, 2005. 207 páginas, 17 euros

Christian Oster es considerado por la crítica como uno de los escritores franceses más originales de hoy en día. Con sus cincuenta años, el reconocimiento le llegó tarde y, por su octava novela Mi gran apartamento, le fue concedido el premio Medicis en 1999.

Su escritura pragmática, de aparente simplicidad, eleva las circunstancias cotidianas a un nivel poético en el que la hipótesis se convierte en realidad. Porque, para el narrador, decir es simplemente existir.

Mi gran apartamento empieza y se termina con la desaparición de unas llaves. Las primeras abrirían el famoso apartamento, es decir, al personaje Luc Gavarine, narrador de la historia. Las segundas ofrecerían la entrada a un "abismo", en el que nos deja la novela. Gracias al primer acontecimiento bastante habitual, Mi gran apartamento se convierte en el relato de un vagar. Sin poder entrar en su casa, Gavarine se instala en un hotel desde donde interroga su contestador para saber si Anne, su pareja desde hace dos semanas, le deja algún mensaje. En su lugar se encuentra la voz de Marge, una mujer que no ha visto desde hace quince años. Con ella se da cita en una piscina en donde conoce a Flore, joven y bella embarazada de quien decide enamorarse. Una transición que vive de forma evanescente: "En cualquier caso, miré a esta mujer, a Marge o a otra, nadando hacia la piscina grande como alguien que se aleja y cuyo rostro se desvanece, como si el espacio, la distancia físicamente interpuesta entre ella y yo por esta mujer, sustituido por el tiempo que ella había vivido sin mí, cobrase, al conocer su avance, la dimensión del olvido" (pág. 85). Gavarine sigue a Flore hasta la casa de su hermano Jean, en un "abismo" del que Gavarine se convertirá en guía turístico, mientras espera la llegada del hospital de Flore con Maude, la hija recién nacida.

¿Sabremos quiénes son Anne, Marge, Flore, Maude? Sólo a través de las hipótesis de Gavarine que le hacen sospechar el comportamiento de cada una de ellas. En su universo, los seres son apenas reconocibles. Los acontecimientos son conducidos por una escritura que se construye al momento. Como la voluntad que ostenta el hombre de querer elevar todo a nivel simbólico, la perdida de las llaves obligará a Gavarine a no poder, no querer, entrar más en su vida cotidiana. Asimismo, la presencia de los mismos elementos, como el líquido o las llaves, la construcción objetiva, descubren en la escritura de Oster recurrencias del Nouveau Roman francés. Pero su voz consigue desplazar de su realidad los acontecimientos más banales de la vida cotidiana y darles a través del lenguaje una nueva forma estética.