El amigo de Jack Nicholson
J. M. Amilibia
1 diciembre, 2005 01:00Carlos Sancho es (era) periodista, vive (vivía) en Madrid, trabajaba en el diario "Pueblo" hasta que se impuso su cierre definitivo y se vio obligado a cambiar de oficio.
Pero él sigue enamorado de su profesión aunque ahora regenta un bar en su pueblo; y sigue siendo un empedernido cinéfilo, además de un tipo atrevido, imaginativo, veleidoso, eterno aspirante a emular a quienes admira. Carlos Sancho es así, con tendencia a encadenar mentiras. él mismo reconoce no distinguir muy bien la verdad de lo que añadió su fantasía. Tampoco le preocupa. Al contrario, no sólo se convirtió en referencia para quienes pisaban su bar necesitados de ficciones que alimentaran su rutina, sino que su medianía lograba recomponerse gracias a esa habilidad y a la íntima compensación de que, algún día, de ese potencial imaginativo saldría una gran novela.Pues bien. Ese gran día llegó de forma convulsiva, y desencadenó los sucesos que relatan esta historia, su novela. él es su propio narrador, su protagonista, y procederá a su relato en una situación inaudita: a punto de cerrar su bar y ante un auditorio de japoneses que lo visita como una parada más de su ruta turística (¡obligatorio conocer el bar del "gran amigo del actor más famoso del mundo"!). Ante ellos, decíamos, inicia su representación, su despedida. Lo que les cuenta es la historia del bar Nicholson, su principio y su fin, casi 20 años de anécdotas que recorren el Madrid de finales de los setenta, y se paran en caras y voces del periodismo local y nacional; el propio Amilibia -el periodista, el escritor real- es presencia repetida para extender la confusión desde la ficción a la realidad. Les cuenta que la única verdad documentada se reduce a una foto que propició la casualidad de su oficio: alguien tenía que entrevistar al "mito cinematográfico" para el periódico y él no lo dudó. El encuentro fue breve, la noche muy larga, la entrevista no se hizo nunca, pero el efecto del encuentro se disparó.
Cuenta, y al contarlo le pesa la voz, que cuando la realidad asaltó de golpe su local su grandeza se convirtió en su fracaso. Una trama voraz entretenida con constantes sorpresas, con desmedido ingenio, con humor no exento de un tono sarcástico, que a veces arrastra nostalgias, y a veces propaga rencores. Entretenimiento y diversión garantizados para muchos.