Novela

Hacían una pareja estupenda...

Amando de Miguel

13 julio, 2006 02:00

Amando de Miguel

El Cobre. Barcelona, 2006. 350 págs., 20 euros

Con la credencial del sociólogo habituado a observar al individuo en su contexto se deja ver Amando de Miguel como narrador, con argumentos que son ejemplo ilustrador de una tesis sociológica que encuentra su cauce en una trama novelesca.

Tres son los relatos que en el último año apoyan sus ideas: Secuestro prolongado (Biblioteca Nueva), sobre la legitimidad de la violencia para alcanzar determinados fines, Nuestro mundo no es de este reino (Algaida) sobre otra forma de legitimidad, la del amor que encuentra sentido en un territorio privado, de espaldas a perfiles convencionales y con una entrega sin condiciones; y la tercera, más reciente, Hacían una pareja estupenda…, así titulada, con los puntos suspensivos lamentando que a ese admirado paradigma haya que sumarle la adversidad con un "pero" que es el punto final de una relación ¿incuestionable?

Las tres comparten una estética en la que el autor parece sentirse cómodo: argumentos sencillos, narraciones retrospectivas, episodios excesivamente pegados a lugares comunes, el recurso del diario recogiendo el punto de vista de los protagonistas, sumisión de lo imaginativo a la exposición de ideas, fluidez verbal y expresiva, tono ameno y el oficio de quien está hecho a lidiar con la palabra y sus razones. De las tres es la última la que ofrece más intensidad y ritmo narrativo, especialmente el segundo relato de los dos que contiene el volumen, el titulado "Quién mató al abuelo". Hay que decir que en todas se impone un registro dominante, el del sociólogo, de ahí su afán por aclarar el argumento y sus motivos. De ahí que podamos asegurar que no le faltarán lectores por aproximarles a temas de índole social que derivan en conflictos de los que nuestro mundo no logra desembarazarse.

Tal es el caso del libro que ahora comentamos. Su tema es la violencia en las relaciones: de género, doméstica, como quiera que decidamos designarla, explícita y contenida, porque no sólo atañe a las relaciones en pareja, también a las familiares. Esos dos frentes se convierten en los dos modos de razonar escogidos. El primero responde al mencionado título del volumen y narra, desde el punto de vista de los dos protagonistas, alternando sus discursos, de forma intencionadamente espontánea y desorganizada, lo que ha sido la historia personal y la vivencia que cada uno tiene de la relación entre ambos. Jóvenes de los 80, origen social distinto, intereses opuestos, apariencia de pareja perfecta, ninguna afinidad y mínima comunicación. El segundo -"Quién mató al abuelo"-, ambientado en un futuro no muy lejano (2037), adopta la forma de una atípica investigación policial sobre los miembros de una adinerada familia. El conductor del relato apoya sus pesquisas en la lectura de signos humanos, en las reacciones individuales, más concluyentes que lo meramente testimonial. El proceso resulta interesante y el resultado doloroso y realista por lo que tiene de obediencia al interés por "excavar en la arqueología del odio". Más que grandes relatos, son grandes ejemplos, ilustradores de hasta dónde llega la naturaleza humana.