Image: Babas de caracol

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Novela

Babas de caracol

María García Lliberós

23 noviembre, 2006 01:00

María García Lliberós. Foto: Mercedes Rodríguez

Aurea Editores. Barcelona, 2006. 256 páginas, 19 euros

Las novelas de García-Lliberós (Valencia, 1950) se caracterizan por la invención de una historia que mantiene con facilidad la atención del lector, una ponderada configuración psicológica de sus personajes principales, la cuidadosa elaboración de una trama bien estructurada y la pertinente adecuación estilística de una prosa correcta y acorde con la naturalidad o con la intención perturbadora de los conflictos novelados. Estas cualidades aparecen en sus novelas anteriores, entre las que destacan Equívocos (1999), premio de la Crítica Valenciana, y Como ángeles en un burdel (2002), ganadora del premio Ateneo de Sevilla. éstos son también los valores que aseguran la calidad literaria de Babas de caracol, la mejor de sus novelas por la madurez de su autora en la explotación artística de sus recursos.

Babas de caracol, título tomado de Francis Bacon, de hondas sugerencias y adecuación semántica con la historia narrada, es una novela nacida dentro de otra novela que se resistía a crecer. Hay un relato primero en el cual Pedro Ribera se retira a una casa de un pueblo valenciano para componer su próxima novela ya contratada con el editor. En tales circunstancias de sequía creadora le sorprende la noticia de que una viuda casi centenaria le ha dejado en herencia una fortuna con la condición de que escriba una novela con datos ciertos de la vida de ella. Aquí se origina el relato segundo, con Ribera como autor implícito de una obra que es a biografía y novela, pues el relato, centrado ya en el protagonismo de Berta y su turbulenta historia familiar, recogehechos documentados en las investigaciones del escritor, y en su narración se emplean los procedimientos propios de la novela.

En su estructura se distinguen dos planos bien diferenciados y conectados entre sí. El presente narrativo se sitúa en los dos años transcurridos durante su escritura, entre 2002 y 2004, con oportunas reflexiones metanarrativas acerca de los problemas planteados durante su gestación, tanto en las investigaciones llevadas a cabo entre familiares, testigos y documentos relacionados con Berta como en la elaboración de la novela, enriquecida con la intervención orientadora de la nueva mujer que aparece en la soledad de Ribera, entre otros elementos autocríticos. Desde dicho presente narrativo el relato se traslada a los comienzos del siglo XX para seguir la agitada vida de Berta, desde su nacimiento en 1903 hasta su muerte en 2002. Tan dilatada biografía, implicada en los más importantes acontecimientos históricos, sobre todo en los años de la República y la Guerra Civil, permite llevar a cabo una revisión panorámica del siglo XX español.

Uno de los mayores aciertos de la novela radica en haber tratado aspectos delicados y conflictivos en las relaciones humanas, sobre todo familiares y de pareja, sin caer en maniqueísmos. También resulta de innegable valor el haber conseguido imbricar en artístico equilibrio realidad y ficción complementando el punto de vista predominante de Berta, cuya visión personal de su atormentada existencia se transmite por medio del estilo indirecto libre, con la visión de otros personajes emparentados con esta mujer soberbia y fascinante, en especial con la visión de su único hijo vivo, otra víctima más de la dramática historia familiar de odios que duran más allá de la muerte. Y, si hacemos gracia de algunos descuidos y erratas como "en fragante adulterio" (pág. 104) o el uso impropio de "mítico" (pág. 38) y "mito" (pág. 67), de poca monta y fácilmente corregibles, es obligado destacar la pertinencia estilística de una prosa ajustada al ritmo cambiante del relato, en una novela que, habiendo solucionado técnicamente una complicada herencia, ofrece una provechosa lección de vida a quien ha sabido escribirla. Ya lo decía el clásico: deleitar aprovechando.