El país inerme
Miguel de Castro
26 abril, 2007 02:00Hay algo fascinante en las novelas que, como ésta, crean un mundo de la nada. En este caso, De Castro nos habla de nuestro planeta en una supuesta y remota era anterior a la partición de los continentes, donde cohabitan dos culturas: la de Pridon, pacíficos y dados al altruismo y la generosidad, y los belicosos, agresivos y ambiciosos habitantes de Gork. El héroe de la novela es Krappa, comandante del ejército de Gork, a quien se encarga la invasión del país vecino. Comienza así una sucesión de combates que habrán de terminar, como se espera en estos casos, con un nuevo triunfo de David sobre Goliat, o del ingenio sobre la fuerza bruta.
Sin embargo, tal vez le sobren ecos a esta novela, o le falten horas de trabajo que consigan difuminar la presencia demasiado evidente de las distintas influencias: desde las grandes batallas que nos han llegado a través de los textos antiguos -no es nada descabellado pensar en las Termópilas, por ejemplo, ahora tan en boga-, pasando por Homero, los protagonistas de los cantares de gesta, Tolkien o incluso ciertas pequeñas dosis de La historia interminable, de Michael Ende.