Image: Bilbao-New York-Bilbao

Image: Bilbao-New York-Bilbao

Novela

Bilbao-New York-Bilbao

Kirmen Uribe

12 febrero, 2010 01:00

Kírmen Uribe. Foto: Mitxi

Trad. Ana Arregui. Seix Barral, 2010. 205 páginas, 19 euros


Esta primera novela de Kirmen Uribe (Ondarroa -Vizcaya-, 1970) obtuvo, antes de ser traducida del euskera, el premio Nacional concedido por el Ministerio de Cultura a la mejor obra narrativa de 2009. Es de suponer que el Ministerio, cuyas amplias atribuciones de antaño parecen haberse reducido casi exclusivamente a otorgar subvenciones y premios, sopesó cuidadosamente la decisión, porque un galardón así atribuido a una primera novela supone no sólo una valoración -especialmente significativa en un año fértil en buenas narraciones-, sino también una arriesgada apuesta. Y lo cierto es que Bilbao-New York-Bilbao es una novela interesante -en especial por su planteamiento narrativo- y prometedora -por las cualidades de escritor que revela-, pero frágil e insuficiente como construcción novelesca. El punto de arranque es el propósito de ficcionalizar la realidad, de partir de hechos sucedidos y de seres existentes -empezando por el propio autor-narrador- y dejar que la memoria vaya "convirtiendo en ficción lo que en otro tiempo fue realidad" (p. 46). El designio del autor aparece nítidamente explicado en uno de los fragmentos metaficcionales de la obra: "Le expliqué a Fiona el proyecto de la novela. La idea había tomado cuerpo, y al final se estructuraría en torno a un vuelo entre Bilbao y Nueva York. El reto consistía en hablar de tres generaciones distintas de una familia, sin volver a la novela del siglo XIX. Expondría el proyecto de escritura de la novela, y fragmentariamente, muy fragmentariamente, historias de esas tres generaciones" (p. 136). En efecto: el viaje en avión entre Bilbao y Nueva York efectuado por el autor, jalonado de vez en cuando por la reproducción de los datos de vuelo que aparecen en la pantalla, encierra pensamientos, recuerdos fragmentarios y evocaciones sugeridas por la lectura de un diario escrito por Ricardo Bastida, hijo del conocido arquitecto bilbaíno, durante un viaje a Chicago realizado en 1926 para asistir al Congreso Eucarístico. Ambas travesías, de distinta naturaleza y separadas por 80 años de distancia, recobran en parte el viejo significado simbólico de la vida como viaje y permiten integrar en el mismo tiempo narrativo acontecimientos de épocas cronológicas diferentes: recuerdos del padre pescador, del abuelo Liborio, de la relación entre el pintor Aurelio Arteta y el arquitecto Ricardo Bastida, de la asistencia del autor a una reunión de poetas y artistas en Letonia… Las evocaciones se precipitan una tras otra de manera azarosa, con una técnica que a veces se asemeja a las construcciones poemáticas, sin obedecer a una ordenación lineal -como sucede en la realidad-, pero las informaciones dispersas no pasan de ser simples anécdotas, hechos minúsculos, insuficientes por completo para establecer el panorama de tres generaciones. Y el caso es que Uribe narra muy bien esos pequeños sucesos. Tiene la prosa precisa y exacta con que brillan las numerosas anécdotas intercaladas en las novelas de Baroja, que acabaron invadiendo por completo las obras postreras del autor. Pero ese aspecto desflecado de la poderosa corriente barojiana en su desembocadura asoma aquí en el comienzo de un recorrido del que cabría esperar mayor solidez, una estructura más cuidada, no limitada al boceto rápido, una atención mayor a la creación de figuras que en su mayor parte quedan sólo como siluetas fugaces, difícilmente perdurables en la memoria. Uribe promete más de lo que da, y habrá que prestar atención a sus próximas salidas. La traducción es correcta, en general, con pequeños deslices: la redundancia de "volví a retomar" (p. 23), la fórmula "de arriba a abajo" (p. 126), alguna concordancia errónea ("dejando sola a su mujer y a sus hijas" (pp. 141-142) y algún uso extravagante: en la guerra civil no se puede "optar por el bando incorrecto" (p. 142). Será ‘equivocado', o incluso ‘débil' y otros adjetivos posibles, todos ellos más propios que el seleccionado.