"En no ser recordado está mi recuerdo", con este verso comienza este poemario Ramón Andrés (Pamplona, 1955), escritor multifacético que tiene en su haber libros como el ensayo Tiempo y caída (1994), ediciones de clásicos, traducciones de autores como Dylan Thomas, William Blake, o títulos sobre música. Como poeta ha publicado con anterioridad Imagen de mudanza (1987) y La línea de las cosas (1994). Como el lector podrá percatarse, tiene una sólida trayectoria que en este libro, La amplitud del límite, se consolida como una voz lírica que no sigue los dictados de las modas poéticas. Porque las fuentes que surten a sus versos proceden desde los clásicos grecolatinos hasta los poetas visionarios ingleses.

El poeta indaga en la existencia humana, parte de su experiencia vital, de las lecturas que pueblan su historia personal, de una naturaleza que no es sólo el paisaje que exalta su sensibilidad, sino un espacio donde "sucede" la vida. En la poesía de Ramón Andrés los objetos, los animales y las plantas están en íntima relación con las vivencias del poeta, porque la mirada de Andrés amplía los límites que la realidad objetiva ofrece, y es esa perspectiva abierta la que confiere unidad al poemario.

De esta manera, la eternidad de las cosas adquiere una trascendencia que plasma de manera indagatoria en los versos, que busca a través del símbolo y la metáfora el significado de un tiempo y un lugar, de una palabra que humaniza. El mundo así "va perdiendo meridianos"y el ser humano se entrelaza y adquiere su sentido en esa comunicación poética.

La palabra recorre ese mundo sensorial y las emociones que suscita se mezclan con la existencia hasta hacerse una conciencia. El poeta adquiere así la certeza de sí mismo, de su levedad, de la fragilidad de las cosas, de la propia vida.