Poesía

Principio de viaje

Juan Garzón

4 julio, 2001 02:00

Huerga y Fierro. Madrid, 2001. 85 páginas, 1.300 pesetas

Hay poetas que nos ofrecen en sus versos un mundo exterior como un escenario en el que "suceden" las cosas y los personajes, como si de una película de acción se tratara. Otros se sirven de la lírica como instrumento reflexivo, donde la metáfora cumple una función exploratoria. El libro de Juan Garzón, Principio de viaje, pertenece a esta segunda estirpe. La lectura de sus versos no es tarea frívola. Requiere una posición activa para que pueda recoger las sugerencias múltiples que traslucen los poemas, llenos de una intimidad cerrada y casi oracular.

Garzón nos ofrece una reflexión sobre un tiempo circular que nos visita, un principio de viaje que es la existencia, donde la anécdota circunstancial que provoca el poema es suprimida hasta buscar la esencia de la palabra, para reflejar el pensamiento paradójico del ser. Porque la palabra alumbra el cosmos, y la mirada del poeta re-crea las contradicciones del tiempo. Sirviéndose de un sistema metafórico casi visionario, cada poema en prosa y dispuesto en una configuración tipográfica común, es un proceso de adivinación a través de la palabra. Garzón articula cada poema por medio de unas imágenes concatenadas de gran poder evocativo. Como resultado, nos encontramos con una suerte de oráculos líricos de una gran efectividad.

El origen surreal de este libro no nos lleva a la oscuridad: es la línea de la poesía que prescinde de lo accesorio en la que hay que situarlo. Sin evocar el silencio, lo analiza por medio de un sistema de paradojas que le ayuden a descubrir ese viaje que es el mundo de lo visible. La naturaleza, el tiempo, la palabra, son los temas que Garzón intenta desentrañar en ese viaje iniciático que configura su última entrega lírica.