Image: Poemas desde el exilio

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Poesía

Poemas desde el exilio

Vladimir Navokov

25 julio, 2001 02:00

Traducción de Macarena Carvajal. Pre-textos. Valencia, 2001. 194 páginas, 2.500 pesetas

La poesía fue para Nabokov una constante juvenil y una madura intermitencia caracterizadas por dos ejes: el exilio como sufrimiento y Rusia como obsesión. "Rusia" se titula uno de sus poemas escrito en Crimea en 1918; "A mi patria" es el título de otro, dedicado a su hermana Elena y fechado en marzo de 1923; "A mi país natal" está datado en 1924; "Patria", en 1927; y "A Rusia" se titulan dos composiciones, fechada una en 1928 y otra en 1939.

Sobre el mismo tema, pero en una clava diferente, volverá en "Como el mejor de los lienzos", escrito en 1944, y en "Neuralgia intercostalis", de marzo-abril de 1950, donde explica que "este dolor, este infierno" no son las costillas sino "las cuerdas rusas/que duelen en la vieja lira/en tiempo de enfermedad". Eso, por no hablar de poemas como "Desde el grisáceo norte", en el que, bajo el estímulo de unas fotografías, vuelve a recordar, en 1967, "la carretera a Luga, la casa con las columnas, Oredezh, Rozhdéstveno y Bátovo"; o de sus berlineses "retornos" a San Petersburgo en 1923 y 1924.

La Rusia de Nabokov empieza siendo una realidad física y acaba convertida en una realidad mental: "Rusia no se divide en regiones y ciudades,/en distritos y aldeas,/toda ella se divide en sueños,/entregados a los innumerables peregrinos/en el exilio, para sus largas noches". En "Billete" vuelve a insistir en ello. Pero ni la experiencia del exilio ni la nostalgia de Rusia -que son dos de sus temas recurrentes- cifran todas las variantes de estilo y de tono que hay en la tan rica como interesante poesía de Nabokov. Las mariposas -una de sus más firmes dedicaciones- aparecen como motivo en un poema de 1918, "La última cena", y en otro, al que sirve de título, escrito entre 1917 y 1922: "negro- aterciopelada, con cálidos reflejos de ciruela madura". Y lo mismo podría decirse de las secuencias cinematográficas que informan algunos de sus textos y que aproximan su escritura a la del primer Altolaguirre, como ese "yo y mi sombra" de "Habitación de hotel", título que comparte con alguna de las creaciones ultraístas de González-Ruano. Nabokov -que se mueve entre la gran tradición rusa del siglo XIX y el lenguaje de los acmeístas y futuristas del XX- mantiene un difícil equilibrio entre ambos, que se materializa tanto en las expresiones de "Fórmula" ("vasijas de cifras, alambiques curvos, guarismo de cristal") como en el valor de la emoción ("resucito todo lo que he vivido, lo que por un momento me conmovió") y del instante como reviviscencia: "se aprende el valor de cada instante/y sólo una palabra bastaría/para explicar todo el universo".

Hay un Nabokov religioso que apunta y aflora ahí y en "Pascua", como hay un Nabokov elegíaco, muy próximo al Gil-Albert de Las Ilusiones, con el que concuerda su poema "A casa", y como hay un Nabokov que en "El país de los versos" se alinea con Pound y en "Al futuro lector" parece compartir una fuente común -la de Ronsard tal vez- con Cernuda. El Nabokov más lírico está en "¿Sabes cuál es mi fe?", compuesto en 1922, y el más crítico y ético, en "Sobre los gobernantes", un poema en el que satiriza a Stalin y a Maiakovski.

Poemas desde el exilio ofrece una visión plena y segura de la escritura poética de un autor de sus rasgos, de sus temas y de sus fines. La versión es rigurosa, exacta y fiel: con cuidado acústico del verso y respeto al poema en lo que tiene de conjunto. Sólo habría que corregir la ortografía de la última palabra de la página 67. Macarena Carvajal ha sabido reproducir los códigos del tejido poético de Nabokov. Su traducción está llena de raros y difíciles aciertos.

Enamorados sin esperanza, exiliados rusos que buscan orientar de nuevo sus vidas en Londres o París, perdedores abrumados "por el ruido del mundo", falsos suicidas, nínfulas, asesinos... Cientos de personajes al límite del dolor y la humillación se deslizan por las casi ochocientas páginas de los Cuentos completos de Nabokov que acaba de publicar Alfaguara. Se trata de un magnífico recorrido por el mundo (los mundos) de un narrador excepcional, ya que por primera vez aparecen, espléndidamente vertidos al castellano por María Lozano, los setenta y cinco relatos escritos por el autor de Lolita a lo largo de su vida.