Image: Poesía perdida

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Poesía

Poesía perdida

Fedrico Jiménez Losantos

25 julio, 2001 02:00

Pre-textos, 2001. 212 págs, 2.200 ptas.

Con estos poemas, salvados más que perdidos, Jiménez Losantos nos ofrece una antología sorprendente para quienes sólo conocíamos su Diván de Albarracín (que en 1982 publicó Trapiello en la inolvidable Trieste).

Una sorpresa grata, además, por la calidad de muchos de los poemas. En Tremedal (1970) el autor publica parte de su escritura juvenil: algunos indudables aciertos orientados por los estímulos comunes del rock, el pop y ciertos poetas anglosajones emblemáticos entonces (Pound, los Beat, e. e. cummings, etc.). Rambla da título a poemas escritos entre 1972 y 1975, testimonios de la efervescencia vivida en Barcelona al final del franquismo. Ya muestran, como Autopía (homenaje al inconmensurable M. Labordeta), la primera identidad conocida de un Jiménez Losantos radical, provo- cativo, telqueliano y vanguardista, que ajustaba no sé qué cuentas con Guillén y que homenajeaba a Góngora, a Pound o a Juan Ramón, a Eduardo Hervás o Alberto Cardín, heridoras sombras personales. Estupendos "último refugio", "Tierra a la tierra" o "Animal de fondo".

Diván de Albarracín (1982) es un homenaje a la tierra natal orientado por la tradición arábigo-andaluza, las tankas, los jaikús y cierta poesía china. Esencialismo, impresionismo y minimalismo narrativo componen este libro unitario que mantiene viva toda la emoción del paisaje observado, sentido y trascendido. Destacan "Torre del andador", "Alustante", "La viajera", etc. Desarrolla esta atmósfera Torre de marfil (1977-1983), donde laten temporalidad y melancolía ("Los recuerdos", "El eclipse", "Verdad"), que refuerzan la visión elemental de "Ródenas", o "Al paso" ("Favor del mundo/ hacer nuestra inquietud rodar con todo").

Algo inferior me parece Saliendo de Madrid (1989-1990) frente a los magníficos Poemas de La Florida (1995-1996), hondos, intensos, más narrativos y explícitos. Naturaleza ("Cierta luz", "Limas bajo la lluvia"), autoanálisis sentimental ("Hotel "Melancolía, cerrtidumbre"), memoria nostálgica ("La entrevida") y sentimiento del tiempo ("Un momento en la noche") componen un conjunto memorable, de alta poesía. Libro del no (1999) vuelve al esencialismo y a la depuración del Diván en poemas en los que la emoción reclama el paralelismo con el último Rothko. En su narratividad descarnada prevalecen el desengaño y las cosas de la muerte: "la lluvia lenta y fría de noviembre/caerá en los pinares solitarios/ brillarán un momento entre el musgo las piedras/ y vendrá la noche" ("Invierno").