Image: 2001 (Poesías escogidas)

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Poesía

2001 (Poesías escogidas)

MIGUEL D"ORS

19 septiembre, 2001 02:00

Prólogo de Enrique García-Máiquez. Numenor. Sevilla, 2001. 358 páginas

Razones editoriales o personales han hecho que Miguel d’Ors sea uno de los pocos poetas de su generación que no cuenta con unas poesías completas.

Cumplió esa función Punto y aparte (1992), una amplia antología. Como una segunda edición, muy corregida y aumentada, de esa obra pueden considerarse estas Poesías escogidas, un volumen que no deben perderse los muchos admiradores de un poeta que domina la técnica como pocos, pero que sabe siempre ponerla al servicio de la emoción.

En los años setenta, fecha de sus primeros libros, Miguel d’Ors de-sentona entre sus coetáneos por su tono confesional, neorromántico, aparentemente trasnochado. Cuando tantas novedades de entonces se arrumban en el desván de los trastos viejos, d’Ors se nos aparece como uno de los maestros de la poesía joven. Así lo subraya en el prólogo Enrique García-Máiquez, uno de los más valiosos poetas que se han dado a conocer en los últimos años.

La devoción de García-Máiquez (y otros poetas de su grupo: Abel Feu, Jesús Beades...) por Miguel d’Ors no es sólo literaria: "Hoy en día, en España, después de d’Ors es mucho más frecuente y fácil escribir versos desde el catolicismo ortodoxo o desde la incorrección política. D’Ors, que durante muchos años fue considerado un epígono de la vieja poesía arraigada, intimista y religiosa, ha pasado a ser el maestro de la joven poesía arraigada, intimista y religiosa".

Hay, sin duda, un d’Ors que irritará a bastantes lectores, el de "Lecciones de historia" (que cumple en su obra un papel similar a la ortodoxia estalinista de Neruda o Alberti), pero queda compensado por el humor, la intensidad, la inteligencia, la continua sorpresa verbal del resto de su obra.

La poesía de Miguel d’Ors, como toda poesía que merezca la pena, nos sorprende siempre, no se deja reducir a fórmulas. Ningún otro poeta más aparentemente autobiográfico que él; sus poemas, a veces, parecen sólo un desahogo de su corazón. El epílogo a Punto y aparte (que quizá debería haber sido reproducido en estas Poesías escogidas) nos muestra, sin embargo, que apenas hay poema suyo que no sea un deliberado ejercicio de estilo, una relectura de la tradición. A propósito de uno de los más hermosos, "Pequeño testamento", un poema que muchos nos sabemos de memoria, escribe que la idea básica proviene de "Adrian Henri’s Last Will and Testament", la enumeración paralelística "es una consecuencia de mi fervor whitmaniano-borgiano", algunas de las imágenes están emparentadas con las greguerías de Ramón, el título procede de Villon... El listado de fuentes termina con una irónica constatación: "Los signos de puntuación son míos".

Como estudioso, d’Ors se ha ocupado especialmente de la obra de Manuel Machado, y hay un aspecto en el que su poesía sólo con la del autor de El mal poema admite parangón: ambos son, ante todo, prodigiosos artífices que disimulan su habilidad, que aciertan a borrar las huellas del trabajo, que buscan emocionar al lector, no asombrarlo; ambos son también poetas que conjugan admirablemente unidad y variedad, y que han ido simplificados (e incluso caricaturizados) por cierta crítica.

Desde Del amor, del olvido (1972) hasta Hacia otra luz más pura (1999), diez libros se antologan ampliamente en estas Poesías escogidas. Las maravillas con las que se va a encontrar el lector son muchas. Señalo unas cuantas: "Los defensores", esa lección de historia (menos discutible que la otra, la que condena al pobre Fernández Ordóñez por traernos el divorcio) que no habría desdeñado firmar Cavafis; todas las "Posibles artes poéticas" que son poesía y son metapoesía, que iluminan mejor el enigma del arte que tantos tomos de elucubraciones teóricas; el "Pequeño testamento", claro, con su río Almofrey, "dormido entre zarzas con mirlos"; el "Otro poema de amor" ("Qué dicha no ser Basho...") y tantos poemas de amor; "De los viejos maestros"; los incontables poemas de Wyoming; el traqueteante soneto que habla de trenes y Venta de Baños; otro que evoca el viejo "Savoy" de Pontevedra; el ingenio costumbrista de tantos epigramas; el "Nocturno con preguntas": "Estrella solitaria que coronas/con tu trémula gota de misterio y belleza/la multitud callada de esta noche de otoño".

Ni un solo inédito añade d’Ors a sus Poesías escogidas, pero buena parte del volumen resultará inédito para la mayoría de los lectores; incluso los poemas que ya conocíamos -por incluirse en Punto y aparte, por reiterarse en las antologías- nos ofrecen ahora, en el nuevo conjunto, aspectos inéditos. "A thing of beaty is a joy for ever", escribió Keats; la poesía de Miguel d’Ors es también "una alegría para siempre".