Image: Paisaje sobre cero

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Poesía

Paisaje sobre cero

BEI DAO

21 noviembre, 2001 01:00

Traducción de Luisa Chang. Visor. Madrid, 2001. 120 páginas, 1.200 pesetas

La poesía china -al igual que la árabe y como casi toda la occidental- funciona sobre formas fijas, que casi siempre dejan poca capacidad a quien las quiera transgredir o cambiar. Bei-Dao (Beijing, 1949) es uno de aquellos que lo intentan. Su mundo transcurre sobre un soporte fijo, que él mantiene, aunque no en sus estrofas, y que amplía en el difícil dominio de la frase. La frase -más que el verso- es su territorio propio. Sobre él dispone poemas, de mediana extensión, concebidos como totalidad y que no dejan de ser nunca fragmentos. Fragmentos de fragmentos de fragmentos constituyen el singularísimo texto de Bei-Dao: un texto caracterizado por uno de los rasgos de nuestro tiempo: lo que él mismo llama la amnesia de Dios. Dísticos como aforismos y versos como cañonazos sirven de cauce a una ironía que parece un estilo y que es un distanciamiento cultural: el de quien escribe en -y desde- el exilio y sufre todas las consecuencias que el extrañamiento geográfico y lingöístico suele implicar. Bei-Dao lo tematiza en tercera persona: "alguien que fue rechazado por la patria/atraviesa por la siesta soñolienta/llega a la playa y bucea en el fondo del mar".

Ovidiana, pero sólo en su fondo, esta escritura supone una mirada triste de la historia, que, porque viene de la lejanía, es un modelo de poder: de contrapoder o de poder a medias que tiene su correlato en una indagación del yo, hecha no tanto sobre la experiencia como sobre la materialidad de las palabras. En ellas -y en los ideogramas de ellas- se escucha el nevado silencio de la nada en que todo futuro suele desembocar. Bei-Dao, como todo exiliado, postula un cuestionamiento del pasado y, más que de éste, de su extraña y áspera gramaticalidad. La memoria aquí es un camino que se desdibuja cada vez que se piensa y que, como el sueño, reaparece en contra de la voluntad.

Paisaje sobre cero formula y formaliza todo esto, pero no al modo en que suele hacerlo la nostalgia, sino desde una instancia de discurso que conjuga testimonio y denuncia, crítica y una dicción poética que entronca con -o parte de- la máxima libertad metafórica y una idea de las asociaciones muy próxima a la duermevela del sentido romántico y al automatismo que caracteriza la expresión surreal. Pero Bei-Dao no es un surrealista: utiliza algunas de sus técnicas, opta por el simultaneísmo de las sensaciones y suprime toda interpunción... Participa, pues, en algunos de los recursos que el surrealismo prodigó, pero no en el estado de conciencia y conducta radical de éste. De modo que, más que a los seguidores de Breton, a quienes se parece es a los novísimos: a los de 1970, a los de Castellet, más que a los que irían engrosando la nómina en los años siguientes. Coincide con ellos en su interés por las cabinas telefónicas y la recuperación de las vanguardias, en su visión de la muerte que "siempre está en la otra orilla/vigilando el paisaje", en su concepto de la oscuridad que conduce al relámpago de los clásicos, en su reticencia a expresar el contenidode las emociones, en la lengua como referente y en la saludable inclinación a dar la vuelta a los alfabetos.

Bei-Dao es un poeta que sorprende por las innovaciones que aporta a su cerrada y antigua tradición: por el modo en que elementos distintos en él se unen y convergen. Poeta de la modernidad a su manera, la suya es una obra que conoce y conjuga la gracia y el dolor. Quien se acerca a ella no queda nunca indemne.