Image: Libros de Madrid

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Poesía

Libros de Madrid

Juan Ramón Jiménez

9 enero, 2002 01:00

Juan Ramón, por Vázquez Díaz

Edición de J. L. López Bretones. Introd. de A. Sánchez-Robayna. H. M. R. 2001. 318 páginas, 20’40 euros

Pocas obras hay todavía más en marcha que la siempre corregida y haciéndose del metamorfoseante Juan Ramón, continuo insatisfecho de la propia, a la que arrastraba en todo su conjunto y a la que veía en ese constante proceso de muerte y de resurrección, que caracteriza su autoexigente y crítica escritura. Libros de Madrid no hace sino corroborar esta perfeccionista obsesión por la variante, esta manía de ir puliendo el ritmo y el sentido de la frase hasta llegar a la supuesta expresión mejor, que a veces no coincide con la definitiva ni la última. De ahí la serie de dificultades que entraña editar un texto suyo, fijarlo, establecerlo. No hay técnica filológica que pueda aplicarse a un texto en movimiento. Por eso, en su obra, más que a la textualidad, se atiende a la visión: a un verse que es a la vez oírse, y a un oírse, sujeto a una incesante y continua floración. Andrés Sánchez Robayna -que nos lo aproxima- explica su experiencia de la Naturaleza, sus vínculos con la poesía europea, su relación con el haiku japonés y algunas otras claves que forman el sistema de esta obra. José Luis López Bretones -que es quien lo edita- describe el "enorme aparato de variantes, desplazamientos, ordenaciones diversas, versiones, correcciones y cambios que se solapaban y se superponían unos a otros con prodigiosa facilidad"; insiste en las calidades de esta prosa; hace la historia de este texto y enumera los distintos títulos por el poeta manejados; propone una cronología relativa y define lo que constituye su aportación: "más de un centenar de textos inéditos", recogidos por vez primera aquí. Por si fuera poco, Federico Utrera le añade unas páginas menos eruditas que beligerantes sobre el más maldecido que maldito Juan Ramón: unas páginas que salen al paso a algunas de los del 27 (Cernuda) y del 50 (ángel González y Jaime Gil) que hicieron su caricatura o su parodia.

Libros de Madrid reune varias series o secciones de libros: Madrid Posible e Imposible, Sanatorio del Retraído, La Colina de los Chopos, Soledades Madrileñas, Figuraciones, Disciplina y Oasis, y un apéndice: Ascensión. En todos ellos asistimos a un milagro de prosa por cuyo fondo diluido desfilan Manuel Bartolomé Cossío, Alfonso Reyes, Pedro Henríguez Ureña, Pío Baroja, Bergamín, Ramón Gómez de la Serna, García Maroto, Díaz Canedo, Moreno Villa, el pintor Emilio Sala, el doctor Simarro, Francisco R. Sandoval, Nicolás Achúcarro, Villaespesa, las monjas que tanto le tentaron y con las que tan a gusto flirteó (Sor Pilar, Sor Amalia...), Rubén Darío, Manuel Reina, Valle, Alberto Jiménez Fraud, los Machados, la Academia... Viñetas de un tiempo y un espacio, y también de un modo y manera de vivir, que aquí se agudiza y extrema y, por ello, se transparenta y se entiende desde ese "primer Madrid, sin patria aún" a ese "Madrid de Carlos III" que -según Juan Ramón- "debe incorporarse al hoy y al mañana", porque "es actualidad y es futuro"; el "Madrid, fuerte, bajo, gris, rojo y verde"; el "Madrid bello" de las calles Almagro, Caracas, Miguel ángel, Fortuny; la Puerta de Alcalá "en un fondo vago de anochecer de oriente"; el Retiro donde se oye "cantar al aire en la hojarasca"; "la Cibeles de noche" que "destaca sobre el terciopelo morado del cielo del anochecer"; "las losas mojadas por las que anda el cielo"; la Plaza de Santa Ana, en la que se siente "mundo lleno y pleno cielo, el corazón"; el Parque del Oeste; esta imagen preludiadora de Lorca: "Guardia Civil -roja y negra- fusiladora del campo español" o ésta otra (¿1916?) antecesora de Dalí: "el reló que ha derretido el tiempo en la casa"... Y, junto a ellas, una excelente definición de la Edad Media, "un pasear de realidades" en una "calle desnombrada del Madrid más posible", la necesidad de "construir una nueva ética, una nueva estética y una nueva metafísica", "una tensa y limpia diafanidad verdosa", "un pájaro casi irreal", unos "vilanos bóricos", un "estático monumento de diamante", una procesión de compuestos y adjetivos y unos "fondos de visiones fugaces". Pero no sólo eso: también información sobre la métrica de Rimas y los prealbertianos "Nocturnos" de Arias Tristes; su interés por lo nuevo ("Me atraen más, al contrario que a Montaigne, los libros nuevos que los viejos, los cuadros modernos que los antiguos, la música actual que la pasada"); su concepción del tiempo de"Presente y Porvenir"; su concepto de forma (hacerla "tan sencilla" y "tan perfecta que no se sienta rodar, que, quieta, no exista"); su rechazo de la moral burguesa, en "¿Amigas?"; la crítica política y social de "Madrid-España"; y toda la viva realidad que es esta concreta realización de lo que, desde Aloysius Bertrand y Baudelaire, se ha llamado poema en prosa. Un pan- tagruélico festín.