Aquí no hay poesía
Jaime Bayly
9 enero, 2002 01:00Se convierte, en fin, entre otras máscaras, en Jaimito Bayly, voz narrativa que hereda y vampiriza a Bryce Echenique, aunque sin el sentido trágico sunyacente de su realidad, sin su capacidad autodestructiva. Bayly no deja de ofrecérsenos como un frívolo con camisas de seda, un "niño bien", cuya exagerada frivolidad poco da más de lo que había ofrecido ya en las dos novelas anteriores al presente libro. Si el autor pretendía escribir una novela en verso, el ejercicio debe entenderse como fracaso, pese a que los orígenes de la novela europea lo utilizase: Chrétien de Troyes. Tampoco podemos adscribirlo al género narrativo poético, del que se sirvieron los románticos. Y, desde luego, carece de aliento o intencionalidad poética. Destacaríamos algún rasgo de humor que puede justificar determinado fragmento. Pero sin pretender ser poesía o sin conseguir serlo y sin la estructura de un género como el relato o la novela las palabras se convierten, al margen de sugerirnos el verso, en una equívoca confesión personal. El autor se sirve del lenguaje coloquial y de abundantes peruanismos, pero cae incluso en el mal gusto, en la superficialidad, en la ramplonería. Lo menos que puede decirse es que se transforma en una idea frustrada. Los últimos versos pueden darnos una clave: "yo no sé nada/ni quiero aprender/sólo quiero estar solo/y tratar de escribir". En efecto, "ha tratado de", pero los resultados no van más allá del intento. Los varios poemas dedicados a su hija (salvo "todo cuesta") desembocan en la cursilería sentimental. Su sentido del humor resulta excesivamente fácil; el recurso poético más utilizado es la reiteración: "no sé cocinar/no sé cambiar la llanta/no sé cortar el pasto/no sé trabajar..." ("nada sé") o "mi gringa/mi gordi/mi amor de mi vida" ("paoli") o "mi flaca preciosa/mi china linda/mi cami deliciosa" ("cami"). Poco puede añadirse a lo apuntado sobre la rima, salvo un ejemplo: "verano del noventa y tres/luna de miel/una semana en parís/sandra invita/yo feliz" ("odio paris"). Pese a todo, la imagen del personaje resulta interesante si el lector no conociese sus anteriores novelas. Consigue el perfil psicológico de un personaje. Poco más.