Image: Espacio Hierro

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Poesía

Espacio Hierro

J. A. González Fuentes, Lorenzo Oliván (Ed)

27 febrero, 2002 01:00

José Hierro. Foto: Mercedes Rodríguez

F. Marcelino Botín, Un. de Cantabria. 2 tomos, 362 y 337 págs.

Una despistada Mª ángeles Cabré se lamenta en el segundo de estos elegantes y nutridos tomos del escaso eco que ha tenido la poesía de Hierro, de la "escasa presencia de un autor que publicó su primer libro en 1947" en los volúmenes dedicados a la poesía de posguerra. "¿Justifica acaso su ausencia del territorio español tan nimia traza? ¿Son sus estancias en Estados Unidos razón suficiente para haber provocado tan poco ruido?".

Muy al contrario, escasos son los poetas que han contado con tanta inteligente, entusiasta y atenta atención crítica como José Hierro, desde la publicación de su primer libro. En la antologia de Ribes, de 1952, ya se le señala como la más notable figura aparecida tras la guerra civil. Y cuando llegó el descrédito de la poe-sía social, a partir de mediados de los sesenta, siempre Hierro, junto con Blas de Otero, figuró entre los pocos nombres que se salvaron del naufragio. Ni siquiera su silencio creativo entre 1964 (Libro de las alucinaciones) y 1991 (Agenda) supuso una pausa en el general reconocimiento: el premio Príncipe de Asturias, en 1981, abriría la veda de los grandes galardones, convertidos pronto en reiterada rutina.

Hubo, ciertamente, algunas voces disidentes en ese coro laudatorio. Marcos Ricardo Barnatán, en los años de la eclosión novísima, se preguntaba por lo que la bonhomía indiscutible de Hierro había aportado a la poesía española; y Valente, que ya le había hecho objeto de uno de sus poemas satíricos ("Poeta en tiempo de miseria"), reiteró sus ataques -con la ferocidad y la malevolencia de que solía hacer gala- tras el éxito, ciertamente desmesurado y un punto incomprensible, de Cuaderno de Nueva York. Pero son excepciones a un consenso entre crítica y público como pocas veces se ha dado en la poesía española (quizá sólo con la figura de Campoamor podamos encontrar un caso semejante).

Mª ángeles Fabré no es el único de los participantes en Espacio Hierro que manifiesta más entusiasmo por la figura del poeta que capacidad crítica o familiaridad con la poesía de posguerra. Pero, afortunadamente, estos dos volúmenes constituyen también una excelente muestra de las diversas maneras que adopta la crítica literaria entre nosotros. ángel L. Prieto de Paula inicia las colaboraciones con uno de los trabajos más notables, "José Hierro y la poesía de su tiempo histórico". Señala en él que "estéticamente, el punto culminante de Libro de las alucinaciones parece, también, un punto conclusivo", sin por eso desdeñar el brillante epílogo de su último libro.

La aportación de Antonio Colinas se sitúa en otra perspectiva: habla de sus primeras lecturas de José Hierro, de la importancia que tuvo para él su encuentro con la poesía de Hierro; más que crítica, hace autobiografía de lector. Con acierto, los editores han puesto juntos dos estudios que parecen contradecirse. Luis Antonio de Villena, frente al tópico que quiere hacer de Hierro un poe-ta social, subraya lo que en su obra hay de esteticismo; a continuación, con no menor copia de razones, Joa-quín Benito de Lucas estudia su obra como una de las más características de la poesía social. Tales aparentes contradicciones sirven para subrayar la pluralidad de un poeta bastante menos elemental de lo que algunos quieren dar a entender.

Otro acierto de González Fuentes y Lorenzo Oliván -autores además de sendas excelentes colaboraciones- es haberle pedido a una serie de poetas de la última generación que nos ofrezcan su lectura personal de un libro de Hierro; así, Leopoldo Sánchez Torre se ocupa de Alegría, José Luis Piquero de Con las piedras, con el viento, Martín López-Vega del Libro de las alucinaciones, Antonio Lucas de Agenda... Por detrás de las simpatías obligadas en una obra de esta índole se leen también algunas diferencias que nos permiten intuir que, en más de un caso, el aprecio por la desbordada humanidad del autor no lleva parejo idéntico aprecio por su obra poética.

Completan estos volúmenes, que dicen tanto de Hierro como del estado actual de la crítica, una útil y completísima bibliografía, una minuciosa cronología (síntesis biográfica del poeta) y un emotivo y divertido álbum fotográfico, que tiene mucho de biografía en imágenes.