Image: Aqueronte

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Poesía

Aqueronte

José Antonio Ramírez Lozano

20 marzo, 2002 01:00

José Antonio Ramírez Lozano

Diputación de Cuenca, 2002. 84 páginas

Con una cita de Dante, alusiva a la "triste ribera de Aqueronte", inicia José Antonio Ramírez Lozano su último libro de poemas, premio Alfonso VIII de poesía; con una reflexión propia vagamente dantesca ("Lo terrible del Infierno es haber caído en él antes de que te hayas muerto") su última novela, Los reinos de Artemón, premio Río Manzanares.

Los posibles lectores de ambos libros podrán comprobar (caso, hasta donde creo yo, insólito en la literatura) que se trata del mismo libro. "La primera vez fue/bajando en ascensor de casa abuela./Vestía un traje negro", comienza Aqueronte; "La primera vez que lo vi fue bajando en el ascensor de casa de abuela Marta. Vestía un traje negro", leemos en las líneas iniciales de la novela. Los reinos de Artemón (Algaida) cuenta un peculiar descenso a los infiernos, a medio camino entre la ensoñación y la fábula, entre el costumbrismo y la recreación mítica. Sísifo, las Vírgenes Necias, don Juan, Melisa son algunos de los personajes que el niño protagonista se encuentra en su paseo por los ínferos acompañado del diablo Artemón. Ramírez Lozano reescribe con acierto viejas leyendas, sabe utilizar con arte cunqueriano el humor y la anacronía. Le pierde un cierto gusto por la moraleja, que resta ambigöedad a la fábula y la convierte, casi, en una historieta juvenil.

Pero lo que de poético hay en Los reinos de Artemón, que no es escaso, se pierde al poner el texto en verso. La traslación es a veces literal. Copio unas líneas de la novela: "Así, el reverendo McCook nos habla de una ciudad inmensa en Pensilvania, poblada de hormigas exectoides que ocupan veinte hectáreas, exactamente lo mismo que la ciudad de Harrisburg que se asienta sobre ellas". Los versos deAqueronte dicen: "El reverendo/Mac Cook habla de una en Pensilvania/poblada por hormigas exectoides/que ocupa veinte hectáreas, justamente/lo que Harrisburg, esa/ciudad que se levanta sobre ella". Otras veces, el poema resume o suprime algún pasaje de la novela, y lo hace con tan escaso acierto que el resultado, muy a menudo, pierde toda gracia o resulta ininteligible. Es lo que ocurre en la parte vii del poemario, titulada "Cerbero" como el capítulo de la novela que compendia.

¿Qué sentido tiene volver a contar mal, y en verso, lo que ya se ha contado mejor en prosa? Ramírez Lozano es un veterano en esa clase de experimentos literarios. En 1984 obtuvo los premios Juan Ramón Jiménez, de poesía, y Azorín, de novela, con dos libros que también, en buena medida, eran el mismo libro, Bestiario de cabildo y Gárgola. Copio el final de uno de los poemas: "Las vírgenes se peinan/en los espejos turbios/de la gran sacristía/y se pintan lunares/de carmín bajo el luto". Uno de los capitulillos de la novela concluye así: "Allí las diez vírgenes necias se peinan en sus espejos turbios y se pintan lunares de carmín bajo el luto".

También Valle-Inclán, como denunció Julio Casares en su Crítica profana, era maestro del refrito: no tenía inconveniente en zurcir viejos relatos suyos en una nueva novela. Pero las artimañas de Ramírez Lozano se parecen menos a la prodigiosa alquimia valleinclanesca que a las picardías de Carrere y otros hampones bohemios, capaces de venderle el mismo libro a dos editores con solo cambiarle el título.

Ramírez Lozano, que no publica libro sin premio literario (y que a veces publica el mismo libro con dos títulos y dos premios distintos, caso de In Ictu Oculi), es el mejor ejemplo de la negativa función que los proliferación de galardones literarios ejerce sobre la literatura. O más que sobre la literatura, sobre ciertos escritores, incluso sobre escritores de verdad (y no hay duda de que Ramírez Lozano lo es, o lo fue, en el peor de los casos), que dejan de ser creadores para convertirse en mañosos artesanos, seguros de que nadie va a descubrir sus trucos porque a los libros de poesía premiados en los infinitos galardones que pululan por ahí sólo los leen (si los leen) los miembros del jurado.