Image: Textos recobrados

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Poesía

Textos recobrados

Jorge Luis Borges

20 marzo, 2002 01:00

Jorge Luis Borges

Emecé. Barcelona, 2002. 2 tomos. 462 y 455 págs., 19’30 euros cada uno

Lo primero que llama la atención al enfrentarse con los Textos recobrados de Borges (que no incluyen otros recobrados antes, como Borges en "Sur" o Borges en "El Hogar") es la fecunda multiplicidad de este hombre, que vivió -esa sensación tenemos todos- de y para la literatura, con horizontes mucho más vastos de lo que dejaba ver su última época, cuando -a partir de 1955- la ceguera le impide la lectura directa.

El tomo I de estos Textos recobrados (1919-1929), pertenece al Borges juvenil e incluye su etapa ultraísta y martinfierrista con muchos poemas y textos (de los que, en general, Borges renegó luego) que muestran un cierto nacionalismo lingöístico, al estilo de El idioma de los argentinos, y ya se publicó hace unos años aunque se reedite ahora, supongo que para completar al segundo (1931-1955), que es el verdaderamente novedoso, quizá porque tampoco incluye la mayoría de las colaboraciones de Borges -algunas firmadas con pseudónimo- en la revista de libros del diario Crítica, Revista Multicolor de los Sábados, entre 1933 y 1934 (recogidas en el libro Obras, reseñas y traducciones inéditas, Atlántida, Buenos Aires, 1999). Sí, Borges escribió mucho y leyó más, y se ganó la vida con la literatura (sabemos que también con las conferencias, cuando, según contó Estela Canto, el psicoanálisis le permitió llegar a hablar en público). ¿Cómo explicar si no su curioso repaso -nada mal hecho, aunque escueto- a toda la literatura de Portugal, desde las cantigas a Eça de Queirós y los libros de viajes de fines del XIX, hecho para la Enciclopedia Práctica Jackson, tomo IX, 1951)? Borges sintió una amplísima curiosidad literaria y casi todo le atrajo; verdad es, con todo, que supo separar muy bien su obra canónica -que tampoco es pequeña- de estos y tantísimos otros trabajos -en general notables, aunque breves- donde el pane lucrando se mezcla con el fatal amor a lo literario en sí. Prólogos, muchas reseñas, notas, alguna entrevista... Pero recordemos que el Borges que habla de Ulfilas (primer traductor de la Biblia al germánico oriental, hoy perdido), es el mismo Borges -siempre agudo- que habla también de Edgar Wallace, olvidado y entonces famoso autor de novelas policíacas, o sobre Arturo Capdevilla, postmodernista argentino; el que mezcla a Eliot con Don Segundo Sombra (quizá el fin de la literatura gauchesca) y a sus amados Chesterton, Kafka o Kipling, con prólogos a olvidadas poetisas o escritoras de ficción, como Elvira de Alvear o Ema Risso Platero...

En idéntica disparidad, Borges elabora o cita sus propios grandes poe- mas (así el "Poema conjetural", leído ya en una conferencia de 1945, aunque no se publicó en libro sino en 1964) al tiempo que con pseudónimo -Manuel Pinedo- escribe El compadre en 1943, volviendo a sus viejas querencias de barrio; también escribe de cine -no podrá volver a hacerlo-, retorna más de una vez al amado Quijote o traza un soneto en alejandrinos para la Inglaterra bombardeada en la Nochebuena de 1940: "Inglaterra. Que el tiempo de Dios te restituya/La no sangrienta nieve, pura como el olvido./La gran sombra de Dickens, la dicha que retumba". Sería absurdo decir que el mejor Borges está en estos Textos recobrados, pero podemos asegurar que ningún admirador del enorme Borges saldrá decepcionado de esta obra menor de nuestro ávido letraherido.