Image: Cuaderno de versiones

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Poesía

Cuaderno de versiones

José Ángel Valente

3 abril, 2002 02:00

José Ángel Valente

Ed. Claudio Rodríguez-Fer. Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2002. 444 páginas, 19 euros

Las traducciones hechas por un poeta son parte integrante de su proceso creador, sobre cuyos mecanismos nos informan a veces más que sus poemas mismos. Tal es -creo- el caso de Valente, cuya escritura poética puede leerse ahora iluminada por este alter ego de su obra que es el conjunto de versiones que objetivan tanto su territorio traducido como su universo.

Rodríguez-Fer lo explica en un compacto y muy completo prólogo, en el que establece todas las estaciones de un apasionante mapa que no sólo recoge y cataloga los originales y las versiones de los textos ahora reunidos sino que da muy exacta cuenta tanto del punto que ocupan dentro de su obra como la cronología absoluta que se le puede adjudicar. Cuaderno de versiones se convierte así en un scriptum paralelo que sirve de espejo al sistema que sostiene el resto de su obra y que permite reconstruir las direcciones que aquélla va a seguir. Las traducciones funcionan aquí como una guía que explicita sus claves e indica su jerarquía, su rumbo y su interés.

Valente fue en esto muy claro: desde muy pronto asumió el precepto de Hülderlin ("Hay que seguir el vuelo de los grandes o morir") y, acorde con ello, se interesó sólo por "la gran poesía [...] que es la única que merece la pena". Esta declaración de 1993 a la revista "El Ciervo" es oportunamente rescatada aquí y, a la luz de ella, se entiende e interpreta la inserción del ensayo de Seferis que pone al frente de sus versiones de Cavafis. En él Seferis -con más autoridad lingöística que los poetas españoles que se declaran seguidores de aquél- explica que la tradición de Cavafis es "la tradición erudita"; que su verso es "del intelecto" y "no de la pasión"; que su escritura "no ha servido para la comunicación de sentimientos"; y que su material "es seco, prosaico, sentimentalmente neutro y abstracto". Más aún: subraya Seferis que "movimientos abstractos y formas de precisión" son sus principales componentes; y que, por eso, "Cavafis no puede ser lírico". Este texto de Seferis sirve a Valente, para sin aludir a ella, descalificar la mala interpretación que de Cavafis hizo gran parte de su propia generación y no pocos miembros de las dos siguientes. Algo similar hace en su "Versión y glosa de Eugenio Montale" -recuperada aquí- y en la que elogia la doble condición de éste: "su cualidad de poeta y de crítico". En ella afirma que "El último grito de la ingenuidad programática fue el endeble manifiesto futurista", al que llama "la última declaración romántica de mitos artísticos colectivos, aunque -indica- anacrónicamente se haya vuelto a revivir ahora una actitud semejante y no menos simplista -dice- en el llamado realismo socialista. Frente a él Valente ve en el hermetismo italiano "un contenido crítico" mucho más inteligente y creador, porque responde a una tensión que surge "de su dramática lucha por revelar [...] una realidad donde nada es como aparece, donde las cosas no son más que símbolos de sí mismos, guardadoras de su propio secreto". Valente cree que "el objeto poético de Montale es la realidad puesta en sitio, cercada para ser poseída, para revelar su evidencia".

Y algo similar expone a propósito de Dylan Thomas, en cuya "figura aparte de las principales corrientes de la poesía inglesa, y, sin embargo, reconocido como uno de los más grandes poetas de nuestro tiempo", descubre una especie de retrato indirecto de la suya propia. Su aproximación a Dylan Thomas le ayuda a aclarar su propia situación después de la línea abierta por Eliot y de la que, contrapuesta a ella, han supuesto Auden, Spender y Day Lewis. Valente encuentra en la poesía de Thomas la percepción a través de las emociones y "una concepción poética que corríamos el riesgo de perder: la de la poesía como creación de belleza".

El Cuaderno de versiones de Valente ha de leerse más en función del tiempo que de las lenguas, porque en el tiempo -en la poética del tiempo- está su auténtica función. En este sentido estas versiones de Valente aportan nuevas pistas para entender mejor nuestra desenfocada historia literaria, porque permiten ver los problemas a que, en un momento dado, un creador -o una generación- se enfrenta y nos informa sobre el modo en que intenta darles solución. Tan importantes como las versiones en sí son su postura, su perspectiva: su posicionamiento. En él reside su verdadero aspecto creador.