Mujeres de carne y verso
Manuel Francisco Reina (ed).
26 junio, 2002 02:00El antólogo escribe sólo unas líneas sobre cada autora, pero no deja de sorprendernos. Carolina Coronado, por ejemplo, "publicó un solo ejemplar con la recopilación de su obra poética" (sin duda la tirada más corta de la historia). Sagrario Torres, que se dio a conocer por un libro publicado en 1968, fue "elogiada por Dámaso Alonso y Pedro Salinas" (el segundo lo haría desde ultratumba puesto que murió en 1951). No menores sorpresas ofrece la bibliografía. Aurora de Albornoz resulta autora de Canciones de Guiomar y de Diario de una enfermera (de Isla Correyero, en realidad). Carmen Jodra, de quien tantos esperan un segundo libro, aparece como autora de Las moras agraces, Narcisia, No temerás y Del color de los ríos. No quisiera entrar en las caracterizaciones de las poetas. Baste una muestra: "Graciela Guzmán hace de la poesía un terreno en el que dar rienda suelta a sus instintos de caza".
Pero no sólo hay errores y humor involuntario en este centón, hay también un buen puñado de espléndidos poemas, algunos de autoras bien conocidas, muchos de poe-tas hispanoamericanas raramente editadas entre nosotros. No cumple, sin embargo, la función que debe cumplir una antología, ya que carece de criterio de selección, algo especialmente notable en las autoras últimas, aquellas que no han sido antologadas previamente.
Pretendiendo reivindicar la poesía femenina, Mujeres de carne y verso ejemplifica una subconsciente minusvaloración. ¿A una editorial seria se le ocurriría encargar un libro sobre la poesía del siglo XX a alguien que no ha demostrado el menor conocimiento sobre el tema y que aprovecha el encargo para mostrar un máximo desconocimiento? ¿Y sería capaz de darlo de paso sin ninguna revisión? Pero con las mujeres, pobrecitas marginadas, parece que vale todo. Un presunto homenaje que tiene algo de ultraje.