Image: La voz de los poetas

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Poesía

La voz de los poetas

Miguel Veyrat

12 septiembre, 2002 02:00

Miguel Veyrat

Calima. Palma de Mallorca, 2002. 218 páginas

En su libro anterior, Conocimiento de la llama (1996), Miguel Veyrat planteaba la renovada aspiración a la plenitud y al silencio desde el desasosiego y la porfía verbal de su personaje; el debate interior de una voz en pos de un conocer trascendente más allá de la experiencia pero desde sus agresiones y sus contingencias.

Contradicción íntima del hermetismo y de la poesía del silencio que, en los poetas de verdad, más allá de la mera metapoesía, es la que hace posibles los fulgores del hallazgo, si no la comunicación a un lector dispuesto a la entrega activa.

Los textos del extenso conjunto que es La voz de los poetas, décimo del autor, prolongan el debate y su representación en condiciones semejantes y amplían sus registros a un nutrido homenaje literario y a una presencia más explícita de la corporeidad y la circunstancia. A lo largo de sus tres partes se perfila una línea argumental que recoge lo esencial de la singular trayectoria de este poeta en equilibrio difícil entre la abundancia y la depuración, el ímpetu y la contención, el vitalismo y la mística.

"Mysterium" abre el libro en torno al emblema de la rosa desde el diálogo sincrético con muy diversas vías hermeneúticas en una agitada búsqueda de sentidos a la opacidad de lo misterioso indescifrable, pero con la presencia constante de una referencialidad existencial que da como resultado poemas de sugestiva intensidad como "Amor fuerte", "Fiesta", "última Hesperia" o "Breviario de luz", en homenaje a Cioran: "A la vida grandes síes/ y el último/gran sí a la muerte".

A partir de un conjunto de variaciones en torno a la máxima alquímica "cum sol sale et sole sile", "La puerta mágica" organiza en sus tres secciones unos poemas nutridos de intertextualidades sobre el despojamiento, la soledad, la muerte, el salto metafísico al silencio. La insistencia locuaz en el silencio y en la negación de lo corpóreo entra en conflicto con la sensualidad y la diversidad experiencial de la última parte del libro, "Cierta luz oscura", la mejor, tanto por algunos de sus poemas como por lo que tiene de síntesis del conflicto estético y poético de cuyo centro el autor arranca poesía compartible por más que en ciertos puntos se discrepe: "Todo es metáfora//o nada: Enfermos de pensar/lanzamos la palabra". Veyrat define: "Poesía, metáfora/del silencio/que canta/cuando Dios calla:// Canta rompe/acantilados de bruma. Ah/renace rezando// Mi propia voz./Ocúpame/con tus palabras/ ¡Por Dios canta!//O sólo habrá/sonidos puros/sin sed/ni saga ni sentido".

Casi siempre más es menos, sobre todo si de poesía del silencio se trata. Pero La voz de los poetas enfoca las vías del conocimiento más que su objeto último y subraya el conflicto y la violencia del transcurso, el asedio interminable a lo que se intuye del otro lado del abismo: la cantidad es aquí un signo necesario para la lógica de este libro intenso, agitado y desbordante cuya mejor faceta no es, para mí, lo que se ha llamado el "barroquismo del silencio", sino el logro de sencillas canciones memorables.