Image: Antología poética

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Poesía

Antología poética

Gastón Baquero

17 octubre, 2002 02:00

Gaston Baquero retratado por S. Mâlet

Selección de Francisco Brines. Pre-Textos. Valencia, 2002. 225 páginas, 12’71 euros

En dos partes se divide esta antología, como en dos partes se divide la vida de Gastón Baquero. "Poemas escritos en Cuba" se titula la primera; "Poemas escritos en España", la segunda.

Gastón Baquero fue un poeta precoz. Nacido en Blanes, en 1918, pronto llama la atención su peculiar facilidad verbal, y en 1942 publica sus dos primeros libros, Poemas y Saúl sobre la espada que le sitúan en la primera línea de la poesía de su país. Ligado al grupo de Orígenes, capitaneado por Lezama, director del Diario de la Marina, en los años 40 y 50 es uno de los grandes animadores de la vida cultural cubana. Todo cambia en 1959, con la Revolución. Exiliado de la primera hora por sus presuntas implicaciones con el régimen de Batista, vivirá largos años oscuros precariamente acogido por la España de Franco (era la época en que los intelectuales estaban fascinados por el castrismo).

En 1966, con la publicación de Memorial de un testigo, pareció encontrar su sitio en la poesía española. Ese libro, tan ajeno al realismo, manifestaba una estética culturalista muy acorde con la de la más renovadora poesía joven de entonces (se acababa de publicar Arde el mar, pronto aparecería Dibujo de la muerte). Pero Gastón Baquero prefirió quedarse al margen. No volvió a publicar hasta 1984, cuando reúne en un volumen toda su breve obra con el título de Magias e invenciones. Una última entrega, Poemas invisibles, de 1991, completaría su labor.

¿Hay diferencias entre la poesía escrita en Cuba y la escrita en España? No demasiadas. Quizá un tono más existencial, menos juguetón, en la poesía primera. Gastón Baquero fue siempre un poeta derramado, de gran facilidad expresiva, muy tópicamente antillano, un poco a la manera de Lezama, pero con menor irracionalidad expresiva. En su Autoantología comentada (1992) se defiende de la "tonta calificación de escapismo" que se le hizo desde la estética del realismo y el compromiso: "Nadie puede escapar de la Gran Prisión que es el planeta, prisionero del Cosmos a su vez. Tanto el poeta escapista como el confesional son dos autómatas".

Un imaginativo, un fabulador, un notario sólo de los sueños, fue siempre Gastón Baquero, pero esa tendencia se acentuó en la poesía del exilio. En los años del triunfo personal y profesional nos dio su poesía más grave y meditativa, en los del interminable destierro las más juguetona, la más tocada por la gracia aparentemente irresponsable. Estaba ello de acuerdo con su poética: "Lo patético, lo llorón, lo afligido y aflictivo, es para mí el reverso exacto de lo poético, de lo que procura crear". El sentimentalismo era el peor pecado en materia de poesía.

Imaginativo y fantasioso resulta siempre Gastón Baquero, poeta de un culturalismo nada libresco, de un mágico realismo fantasioso: "Desde Manila hasta Acapulco/el poderoso galeón venía lleno de perlas,/y traía además el olor del ilang-ilang,/y las diminutas doncellas de placer criadas por Oriente,/y todo el aire de Asia pasando por el tamiz mejicano,/ para derramarse un día sobre las severas piedras de Castilla,/como un extraño óleo de tentación y desafío".

"Como un extraño óleo de tentación y desafío" sonaba esta poesía en los tiempos de la poesía confesional, humana, combativa, como un brillante e inocuo calidoscopio puesto en manos de un niño. Pero la felicidad y la magia, que eran verdad, no eran toda la verdad en la poesía de Gastón Baquero. Brines habla en el prólogo de dos facetas a las que denomina "fantasía" y "pesadumbre".

Sonreímos al comenzar a leer muchos poemas de Gastón Baquero: "Tuve un gato llamado Tamerlán./Se alimentaba solamente con poemas de Emily Dickinson/y melodías de Schubert". Pero su gracia esconde la pesadumbre de quien está en el secreto y no quiere incurrir en el patetismo.

La fantasía aparentemente irresponsable de Gastón Baquero no es más que una forma de elegancia. Con juegos de manos, con magias e invenciones, disimula su miedo y nos hace olvidar nuestro espanto de niños que saben que han de adentrarse solos en la gran noche oscura.