Image: Después de todo

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Poesía

Después de todo

Miquel Martí i Pol

21 noviembre, 2002 01:00

Miquel Martí i Pol. Foto: UAB

Traducción de Carles Duarte. DVD. Barcelona, 2002. 96 páginas, 10 euros

Miquel Martí i Pol (Roda de Ter, 1929) es, sin lugar a dudas, uno de los más importantes poetas catalanes de las últimas décadas, cuenta con numerosos galardones y traducciones y es desde hace tiempo un firme candidato al Nobel.

Salvo en antologías, al lector castellano de hoy no le resulta fácil el acceso a sus obras, cuyas traducciones hace tiempo que están agotadas. Por eso es un acontecimiento destacable la publicación bilingöe de Después de todo, su último libro, editado en catalán hace apenas dos meses. Por eso y, sobre todo, porque se trata de un libro importante en la trayectoria de Martí i Pol, un poe-ta siempre fiel a sí mismo, a la altura de las circunstancias en los momentos cruciales de reafirmación de la cultura catalana, y centrado en una escritura más intimista en las últimas décadas, más atenta al autoanálisis y más voluntariamente limitada a unos pocos registros.

No hay novedades en Después de todo, sino balance del pasado y del presente, a la altura de los setenta y tres años, y, como dice Àlex Broch en el prólogo a la edición catalana, "meditación profunda sobre la condición humana" a partir de la consideración del propio envejecer, una meditación que va construyendo a lo largo del libro su propia "ética de la vejez", un de senectute en el que las constataciones desoladas no excluyen el voluntarismo, la expresión directa de los afectos ni una ironía diversamente modulada que ya se plantea en el epígrafe inicial, de John Lennon: "La vida es lo que nos pasa mientras hacemos otros planes".

De acuerdo con esto, el primer poema, "Después de todo" establece las condiciones del balance a partir de una constancia tan poco complaciente como valiosa: "Y ahora, ¿qué nos queda además del recelo/y las carencias? [...] el sutil/espejo discreto que nos enciende la mirada/es la nada que siempre descubrimos/sin querer, tercos y audaces,/después de todo, después de cada cosa".

Carles Duarte y Emili Surinyach han optado por una traducción casi literal, con lo que el lector perderá la musicalidad de los endecasílabos que refuerzan la gracia expresiva. De los muchos matices con que se elabora este balance vital merece destacarse la importancia de los espejos de la memoria, que construyen otra vida en presente para quien se aplica a la evocación; la enérgica exigencia de la propia identidad (nos recuerda el siau qui sou de Costa i Llobera), el desdoblamiento dialéctico del personaje, la confianza en la palabra poética, preferiblemente "en voz baja" y, por encima de todo, lo que llama Martí i Pol la "vida secreta": el recurso del poeta a la imaginación para seguir alimentando en y desde la poesía una conciencia superior del existir: "Solamente lo imaginario convierte/el hacer y deshacer en otra lucidez/osada y trágica después,/cuanto quede escrito en las paredes/de los sentidos ateridos será vida secreta,/la única que me pertenece". Y así, a lo largo de los innumerables atardeceres de estos textos, el poeta va creando una mirada sensitiva y honda en pos de una expresión serena para "no perder la fuerza del instante": "ningún tiempo se pierde" para el hiver lucide del poeta. Se trata "de interpretarse/ a sí mismo tan dignamente como sepa".