El pozo
Juan Malpartida
26 diciembre, 2002 01:00Juan Malpartida. Foto: M.R.
Es sintomático que en un conjunto en el que la materia preferente de imágenes la constituye el ámbito marino, con toda la carga de simbolismos que aporta la tradición, sea el eje metafórico bidireccional del pozo el que organice el dinamismo de la indagación poética en este libro, entre los dos poemas que lo abren ("El pozo") y lo cierran ("Método").
El endecasílabo de José Gorostiza "en las cumbres peladas del insomnio" tiende puentes hacia las tradiciones poéticas de Juan Malpartida y hacia el ahondamiento en las cuestiones fundamentales de su obra toda: precariedad de la conciencia del tiempo, insuficiencia del lenguaje (que no justifica el voluntario descuido del ritmo ni, aun menos, las asonancias recurrentes), confrontación entre instante y memoria, entre la Historia común y esencial ahistoricidad del texto. La intuición del instante va enlazando fragmentos narrativos, juegos temporales y hermosas imágenes sensoriales ("el rumor del agua que cae/mientras sube el cilindro bamboleante/al brocal del pozo:/horizonte de luz que se derrama") en una escritura que se sabe "de frontera", de límites y que no busca tanto una forma de conocimiento cuanto la constatación del extrañamiento, porque aquí las palabras "bajan al pozo/por las columnas de los días [...] y ya no oigo salvo el eco/confuso de una voz/que nunca podrá ser del todo mía".
Con estas bases se despliega en El pozo una treintena de poemas divididos en cuatro partes heterogéneas. La primera, "Hoja de ruta", traza un breve recorrido autobiográfico, entre el vivir y el decir ("entre hablar y callar:/esta sombra sin nombre"), entre el sentir y el desdoblamiento de la identidad. "Río de sombras" enfoca en un presente intemporal las aporías de la conciencia frente a tiempo y lenguaje. "Vestigios" resulta menos consistente en su mezcla de anotaciones breves y monólogos dramáticos, por más que el poema "Y sin embargo", sirve de buen enlace con la reflexión de los dos que componen la parte cuarta, "Marina". El poema así titulado, el mejor del libro, ordena en sus cinco apartados las constataciones de esta singladura y la sintetiza: bajo la luz de un día que "sostiene", la espiral sin fin de preguntas y respuestas, la presión de intuir un otro lado de universo y lenguaje, más allá de la conciencia de la nada.