Image: El oro de los sueños

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Poesía

El oro de los sueños

F. Ruiz Noguera

16 enero, 2003 01:00

F. Ruiz Noguera. Foto: Diego Martín

Premio A. Machado. Hiperión. 74 pp, 7 euros. El año de los ceros. Visor. 63 pp, 6 euros.

En 1997 Francisco Ruiz Noguera publicaba Campo de pluma. Poesía reunida en la colección malagueña Ciudad del Paraíso. Los azares editoriales han hecho que en 2002 hayan aparecido casi simultáneamente estos dos libros de escritura sucesiva y distinta.

El año de los ceros traza a partir de la cifra del milenio la raya que divide memoria y actualidad, constancias y previsio- nes de futuro, en un balance existencial al que cierto humorismo escéptico rebaja trascendencia y orienta hacia el guiño culturalista: "seguiremos a la espera/de aquella Edad de Oro que de forma inminente/anunciaba Virgilio hace ya dos mil años".

"La posesión del mundo" recupera en varios poemas clave las coordenadas esenciales de la visión de este poeta: la belleza del mundo en una posesión elemental sobre la que se diseminan los fragmentos del espejo engañoso del recuerdo, las oscuras certidumbres, las palabras que nombran el fulgor de la materia y la transparencia inútil de la nada. "La noche del Egeo" funde en bellos poemas erotismo y cultura clásica como forma vivida de esa alta posesión de la realidad que, sin embargo, no rehuye la referencia a lo trivial y cotidiano en "Cuenta de resultados", la parte menos convin- cente del conjunto. Los tres poemas de "La ciudad" acrisolan un homenaje a Málaga desde la memoria de lo vivido y "El color de la vida", en fin, organiza y refuerza la síntesis de experiencia y de cultura confortadora que constituye la voz genuina de Ruiz Noguera: véase "Los elegidos".

Con precisas formulaciones, menos circunstanciada y anecdótica que en El año de los ceros, la escritura de Ruiz Noguera nos ofrece en El oro de los sueños uno de sus mejores logros. Al lema gongorino que preside todos los libros del autor ("A batallas de amor campo de pluma") se suma la memorable cita de Mallarmé ("Le vierge, le vivace et le bel aujourd’hui") en "La rueda", el poema que en el pórtico del libro nos recuerda también el "Más allá" de Jorge Guillén en su configuración del despertar cotidiano ("el círculo vicioso de los días") en medio del esplendor de la realidad y contra el telón de fondo de la memoria y el "sueño del presente".

Lo distintivo de este libro es, ante todo, su trabazón orgánica, que se manifiesta en la estructuración simétrica de unos contenidos que explicitan los títulos de sus tres partes: "El jardín", "Los días", "Lo oscuro". Los poemas matinales de "El jardín" contrastan una y otra vez intensas imágenes sensoriales, "el círculo gozoso de la vida", con la constancia de la fugacidad, esa "muerte escondida entre las horas". "Los días" enfrentan memoria y escritura, el gozo del sentido y la "negra conciencia", la tarde simbólica y la duda trascendente desplegándose en preguntas. La figuración nocturna de "Lo oscuro" propone, como conclusión, entre citas y homenajes literarios, en poemas de mayor ambigöedad, un misterio que brilla en "el oro de los sueños", en "el ojo afilado del neblí", en el ascua de Prometeo perdiéndose entre lo oscuro. El poeta ha vuelto a colocar la semilla para esperar "la fuerza renovada del misterio".