Image: La lógica de Orfeo

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Poesía

La lógica de Orfeo

Luis Antonio de Villena (ed.)

6 marzo, 2003 01:00

Luis Antonio de Villena. Foto: M.R.

Visor. Madrid, 2003. 337 páginas, 14 euros

Luis Antonio de Villena acostumbra a tramar sus antologías en torno al rasgo que define los cambios estéticos a su entender más representativos de cada momento.

Si en Postnovísimos este era el eclecticismo, en Fin de siglo el "sesgo clásico" y en 10 menos 30 "la ruptura interior en la poesía de la experiencia", en La lógica de Orfeo se trata de reflejar la tendencia a un acercamiento plural de las dos estéticas mayoritarias entre la diversidad de propuestas actuales: la poesía de la experiencia o del "realismo meditativo", y la metafísica, abstracta o del "irracionalismo cognoscitivo".

A partir de las siempre difíciles relaciones entre ambas concepciones de la poesía, señala Villena cómo ya los poetas de 10 menos 30 venían a expresar que ese enfrentamiento les quedaba algo lejos: en La lógica de Orfeo repiten seis de los diez poetas de aquella como testimonios relevantes, a juicio del antólogo, de un proceso creciente de ensanchamiento (de ruptura interior consolidada) de la opción realista-meditativa que se aprecia tanto entre los más jóvenes (Neuman, Fruela Fernández o Elena Medel ya partirían de esa simbiosis) como en los libros más recientes de García Montero, Marzal o Vicente Gallego, modelos notorios de ese deslizamiento. Del lado del irracionalismo cognoscitivo subraya Villena que el proceso inverso se da con mayor dificultad quizá porque algunos juzgan más inamovible esta actitud poética.

Los dieciocho poetas responden a cómo ve cada uno posible y creadora la unión o la mezcla de poesía de base realista o lógica con otra de signo irracionalista y metafísico. En lo esencial la respuesta es común en los poetas de base realista: para Luis Muñoz "cada poema resuelve su relación con la poesía y con la rea-lidad en esa frontera [...] en la que funden sus territorios lo realista y lo lógico con lo irracionalista y lo metafísico" y para álvaro García "no se trata tanto de comprenderlo todo como de comprender un todo". Algo semejante proponen Eduardo García, Lorenzo Oliván, Juan Antonio Bernier, Alberto Tesán, Josep Mª. Rodríguez, Carlos Pardo o Andrés Neuman. Más reticente, José Luis Piquero se declara expresionista y para Javier Rodríguez Marcos "la cuestión no se dirime entre el realismo y su opuesto, sino entre lo concreto y lo vago". Desde territorios distintos otros expresan mayor repugnancia hacia una poesía de estirpe realista: así Pelayo Fueyo habla de "indagación en el territorio de la alteridad", Ana Merino sitúa su poesía "encerrada en una habitación a oscuras", Abraham Gragera declara partir de la extrañeza, Antonio Lucas afirma su interés "por la palabra como pulsión y la imagen irracionalista como cristalización del sentimiento y la idea". "No entiendo una poesía lógica. Su único poema sería el de un adiós al mundo", dice, en fin, Lorenzo Plana.

Efectivamente "algo se mueve": La lógica de Orfeo es una buena muestra, parcial desde luego, de la eclosión de otros tiempos para la lírica. Algunos de los poetas incluidos (particularmente álvaro García, Luis Muñoz, Eduardo García, José Luis Piquero, Lorenzo Oliván o Javier Rodríguez Marcos) ya tienen una voz propia, por más que sea difícil establecer nexos comunes entre ellos más allá de la tendencia general que Villena ha acotado aquí. Otros, los más en sus inicios, tal vez tendrán que distanciarse de sus propios compañeros en esta antología: ese es, por lo demás, el reto al que se enfrentan a partir de ahora.