La niebla
José Mateo
8 mayo, 2003 02:00José Mateo
José Mateos, como otros poetas que comenzaron a escribir en los 80, ha ido progresivamente abandonando el tono narrativo e irónico de la poesía de aquellos años para centrarse en una poesía más reflexiva, en un autobiografismo trascendido.En su primer libro, Una extraña ciudad, parecía a ratos un epígono del Luis Alberto de Cuenca de La caja de plata. Pero no había epigonismo sino coincidencia. Ya en su segundo libro, Días en claro, nos encontramos un poema, "Paseantes en la niebla", que anticipa su título más reciente: "¿Símbolo de la muerte es esta niebla / que hoy me envuelve en los ecos del bosque..."
Poeta notable hasta entonces, con Canciones se convierte Mateos en un poeta imprescindible, que sabe volver a tocar, con gracia y misterio, los temas de siempre. A ratos nos recuerdan estas aladas o sentenciosas canciones al último Bergamín, pero J. Mateos gusta menos de hacer alardes de ingenioso conceptismo.
La niebla es un único poema dividido en seis partes. Escrito en endecasílabos, lleva al frente una cita de Dante: "No menos que saber, dudar me agrada". El autor, en medio del camino de la vida, cuando se acerca a los 40 años, contempla lo andado y se hace algunas preguntas: "¿Quién sabe que misterio es una vida / vaciada en un papel, letra por letra?"
Como una autobiografía poética puede considerarse La niebla: las distintas partes se dedican al tiempo sin tiempo de la infancia, a una historia de amor, a la muerte del padre (tan presente en Canciones), a un juvenil viaje iniciático por Italia ("Viaje a Italia" es el título de un poema de Días en claro), a un Dios que no es el de los filósofos, sino "el Dios de la fe, el Dios oscuro,/el que acaricia, exige, siembra, duele". Sorprende en este extenso poema la capacidad del autor para entremezclar los momentos más líricos con otros prosaicos, coloquiales. Un texto de esta extensión necesita alternar las diversas intensidades y eso lo consigue muy bien Mateos. A ratos puede parecer que desciende demasiado. Pero son escasos los pasajes manifiestamente mejorables. J. Mateos sabe hacerse y hacernos las grandes preguntas sin pedanterías. También, en este libro, nos ofrece su poética: "Poesía es alumbrar con la luz tenue/de unas pocas palabras, con la antorcha/de un idioma, a pesar de las palabras,/la hondura que nos deja sin palabras".
La niebla, con sus preguntas sin respuesta, con sus respuestas a ratos menos verdaderas que las preguntas, se inscribe, de muy personal modo, en la línea de la poesía de la meditación que practican hoy poetas que, en los 80, jugaron a ser modernos y urbanos, sin importarles incurrir en una cierta frivolidad. "Entra sin miedo hasta un lugar más hondo", nos invita. Vale la pena.