Image: Poemas del alquimista

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Poesía

Poemas del alquimista

Josep Palau i Fabre

15 mayo, 2003 02:00

Josep Palau i Fabre. Foto: Lluis Gené

Ed. bilingöe. Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2003. 415 pág., 17’50 euros

Algunos le conocerán por sus cuentos y otros por sus escritos sobre Picasso (para Palau i Fabre, Picasso es el gran pintor del siglo XX y Lorca el mayor poeta).

Pero creo yo que Josep Palau i Fabre, nacido en Barcelona en 1917, exilado muchos años por propia voluntad -y por disgusto hacia la sociedad franquista- y escritor y personaje casi siempre a contraco- rriente (de ahí la admiración de Juan Goytisolo, nunca aparentemente atento en demasía a nuestros avatares poéticos) sigue siendo poco conocido en España -y más entre los castellanohablantes- como poeta. Y, en principio, eso no es raro si se piensa que Palau publicó en ediciones cortas (hasta los años 70), fuera de los movimientos dominantes, y que además su obra poética (originalmente en catalán, pero que el propio autor ha rehecho, desde hace años y ahora por entero en castellano; no sería exacto pues hablar de traducción sino de reescritura), iniciada en los años 30 -poco antes de la Guerra Civil- se cierra definitivamente en 1952 -creo que es la fecha más próxima de uno de los poemas- cuando su autor aún estaba en París...

La inicial poesía de Palau i Fabre, la que él denomina "El aprendiz de poeta" es, en efecto, una poesía de aprendizaje y de época. Se concluye en 1938 y está presente en ella un cierto eco vanguardista-surrealista, y el mundo de las canciones, tal como lo entendieron Alberti y sobre todo Lorca... El tono verdadero (y variado) de Palau se abre, con El enajenado y la rica escritura que ejercita -a lo largo de los años 40- entre Barcelona y París. Sabiendo (intuitiva o fehacientemente) que la modernidad se nutre de clasicismo y aventura, Palau parece un buscador de su propia modernidad, en catalán. Desde los poemas chinos (aunque sean haikus y tankas japoneses) de Los grandes poemas del emperador Ian-Po-Tzu, hasta los poemas más metafísicos -muchos de ellos en prosa- de Fragmentos del laberinto y Callejón sin salida. En medio, sin embargo, continuas pruebas y experiencias diferentes: el poema escrito a partir de otro poema (Baudelaire, Rimbaud, Carles Riba, su siempre admirado y prematuramente muerto Bartomeu Rosselló-Pòrcel), los diversos tipos de soneto de Cáncer o el tono más tradicional de Estela, por ejemplo en el homenaje a Rabindranath Tagore (casi modernista) o su peculiar y estupenda lectura del tópico Beatus Ille... horaciano. El lector tendrá la sensación, en esta rauda y diversísima poesía completa, de que el poeta se busca a si mismo a través del manejo (de la reutilización propia) de lo que la mejor tradición renovadora ponía en sus manos en los años 40... (la fecha, evidentemente, tampoco puede olvidarse). Alquimista no sólo por admiración a Lulio, si no porque quiere transmutar y transmutarse, la lírica de Palau i Fabre -más breve- me recuerda el rico corpus (en castellano) de Juan Eduardo Cirlot. Interesados ambos por el arte y la alquimia, cada cual en su camino -paralelo y diverso- ambos escribieron ajenos a la sociedad que los rodeaba... Creyeron (sobre todo pasado el aprendizaje) básicamente en una sociedad futura. ¿Será esta?